Podía oír y ver a distancia la conciencia de las personas y el grado de pureza de sus corazones, lo cual le permitía orientar y aconsejar a sus fieles, e incluso recriminar a muchos el olvido intencional o no, de algunos pecados no mencionados durante la confesión.
Entre muchos otros, Gemma di Giorgio, un niña ciega, que no podía ver porque no tenía pupilas. fue llevada a San Giovanni, para que se confesara con el santo, cerca a su Primera Comunión. Al salir del confesionario comenzó a ver ante el estupor de los presentes. Su caso dio la vuelta al mundo.
El Padre Pío vino a llenar el «vacío de Dios» que sufre el mundo contemporáneo, a hacer presente al Jesús vivo. Él quiere seguir acercando más almas a Dios.Tal vez sea un día para pedirle su intercesión por nuestra conversión