En este tiempo el Señor nos toma consigo y nos invita a “subir a un monte elevado” para vivir con el Pueblo una experiencia particular de ascesis.
Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña.
Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol. Aquí está la “cumbre” del camino. No tiene comparación.
El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial.
2 propuestas
Escuchar a Jesús. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios y a través de nuestros hermanos y hermanas.
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No refugiarse en una religiosidad de acontecimientos extraordinarios, La Cuaresma está orientada hacia la Pascua.
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De igual modo, en el camino sinodal no debemos creer que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de experiencias fuertes de comunión.
También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.