“Nada es imposible para Dios. Reavivemos nuestra fe, creamos que todo está en sus manos”.
Cuando nos toca atravesar tiempos de desolación y tristeza, existe Una fuerza poderosa que solo proviene de Dios: la oración. Mediante ella, se robustece nuestra fe y aprendemos a ser pacientes en las pruebas, nos dice Francisco.
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