
Atrapados por las adicciones
Melina sintió que el Señor la invitaba a involucrarse desde la oración con los hermanos que consumen drogas.
En el Retiro de Pascua del 2011 conocí a una persona que había tenido graves problemas con las drogas y que se había recuperado desde la experiencia del Cenáculo*. A partir de vincularme con ella, descubrí el poder de Dios que salva a los adictos de la muerte.
Al año siguiente, tuve el privilegio de viajar y conocer la casa del Cenáculo. Allí viven en comunidad, trabajan, rezan el Rosario y ayunan: esa es su medicina. Participé de una misa con los chicos internados y experimenté una vitalidad desconocida. Celebraban la eucaristía adictos, narcotraficantes, vagabundos y traficantes de armas a quienes Dios había decidido salvar y que abrazaron la conversión. Ellos conocían de cerca la muerte y el pecado, pero encontraron la misericordia de Dios que los dignifica. A partir de ello, empecé a orar anónimamente por los adictos y a experimentar que el Señor me llamaba a velar por aquellos por los que “nadie” se preocupa. De regreso a Buenos Aires, con el corazón revolucionado, conocidos míos empezaron a contarme que tenían familiares o amigos que estaban esclavizados por las drogas y me pedían oración. A los pocos días sonó mi teléfono. Alguien me hizo creer que era mi hermano de sangre y me decía que estaba mal, que estaba solo y que me necesitaba; lo notaba aturdido. La verdad, me empecé a desesperar. Al rato, recibí un llamado que sí era de mi hermano, contándome que le habían robado el teléfono y que no me asustara si me llamaban. El hecho es que ya lo habían hecho y había hablado con el ladrón, que estaba muy drogado y me pedía ayuda. Entonces, me puse a orar por este “hermano” desconocido, porque su dolor me dolía.“Nena, tómalo. Bendícelo y reza por él. Reza por esta familia. Reza porque estos hijos ya no sonríen. Reza porque estoy desesperada”
Melina EscobarCentro Pastoral de Castelar Prov. de Buenos Aires
Publicado en Cristo Vive ¡Aleluia! Nº192 (MAY-JUN-2014)