Cristo Vive, ¡Aleluia! recogió la experiencia de jóvenes, de diversos lugares, que asistieron a la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Brasil.
Luego de la bienvenida que el gobierno brasilero le hizo a Francisco el lunes 22 de julio se dio comienzo a las actividades de la Jornada. Mientras tanto, los jóvenes llegaron a Río de todas partes del mundo, contó Nicolás del Centro de Devoto en Buenos Aires: “Aunque con muchos no compartíamos la lengua, igual nos comunicábamos como podíamos, ¡incluso haciéndonos señas! Sentíamos que éramos ‘uno solo’, como Iglesia”. Ante los aproximadamente tres millones y medio de jóvenes que asistieron, la sorpresa de Stéfano, que participa de los grupos en Uruguay, se hizo notar: “No puedo explicar la alegría que tengo por haber estado entre tanta gente que vive lo mismo que nosotros… ¡Imagínense mi sorpresa: en mi país todavía somos pocos que participamos de los grupos de oración! ¡No estoy acostumbrado a ver tanta gente reunida por compartir la fe!”.
El miércoles 24, algunos integrantes del Movimiento de la Palabra de Dios llevaron adelante una actividad de “Encuentro en la Palabra” en la Parroquia San Joaquin, un lugar retirado del centro de Copacabana. Belén, de Berazategui, que participó en esta dinámica, explicó que el factor de la lejanía “me desanimó un poco porque no había en la zona muchos jóvenes ni gente que estuviera haciendo la Jornada”, sin embargo esto no fue motivo de desaliento porque “salimos a la calle e invitamos a los que nos salían al paso, repartimos folletos y conversamos con la gente”, expresó. Pese a todo mal pronóstico, “de a poquito, fue llegando gente hasta que la parroquia quedó colmada: fuimos 95 personas (de Argentina, Perú, Uruguay, Ecuador, Brasil y Croacia) quienes compartimos el encuentro y sentimos qué nos decía Jesús en su Palabra”.
El jueves 25, se realizó el “Encuentro con los argentinos” que el Papa Francisco dio en la Catedral de Río de Janeiro ante cinco mil jóvenes, en el cual, entre otras cosas, pidió que “cuiden a los polos olvidados de la sociedad”, refiriéndose a los jóvenes y ancianos, y que “hagan lío”, animando a hacer cosas nuevas, distintas, en las diócesis. En esta oportunidad, Nadia de Florencio Varela, quien estuvo presente, contó: “Pude aprovechar ese día para reflexionar sobre la dignidad que da trabajar y la necesidad de atender a los ‘polos olvidados’ de la sociedad en nuestro país. El Espíritu me llenó de fuerza para buscar involucrarme más, a partir de mi futura profesión en relaciones de trabajo, en los ambientes que están descuidados en el mundo laboral”. También Elena, de Paraguay, reflexionó: “Quiero hacer lío en mi propia vida, cuando me ‘quedo encerrada’ en mí misma, en mis estructuras y en mi comodidad. El Papa Francisco y la Palabra me recuerdan que, ‘haciendo lío’, Jesús me amó y se entregó por mí. ¡Cuánto lío armó Él! Yo estoy llamada a hacer lo mismo”.
Una oportunidad de servir
“La Jornada fue una fiesta en todo momento y lugar. Yo fui como voluntaria sin saber qué significaba ni qué tendría que hacer. Estuve cerca de Francisco y de cara a una Iglesia joven y viva, enamorada del Señor y de la imagen de Pastor que es el Papa. Al finalizar la Jornada, Francisco se encontró con nosotros y nos agradeció el haber servido. Aunque se me aflojaron las piernas del cansancio, me hizo más consciente de la alegría que es el servicio: nada me podía poner triste porque todo era continua alegría. La experiencia que nosotros tuvimos en el voluntariado es que uno recibe tres veces más de lo que da, ¡y a veces más! El Espíritu se mueve en medio nuestro, de otra manera, todo esto no podría ser posible.”
Verónica, Florencio Varela
El viernes se realizó una vigilia en la playa de Copacabana. De esta experiencia, Fernando de Berazategui recuerda que “el lugar, el ‘Campo de la Fe’, donde inicialmente iba a ser la vigilia, se inundó por la lluvia. “Cuando se anunció el cambio de lugar, Francisco nos explicó que la lluvia había sido providencial: era motivo para explicar que el campo de la fe, en realidad, estaba en nuestro corazón”. Las palabras del Papa generaban barullo, aplausos y gritos; sin embargo, ante la presencia de Jesús en la Eucaristía, se produjo un silencio total: “Creo que el único que puede hacer callar a tres millones y medio de personas es Jesús. Fue una experiencia inexplicable: el estar en medio de tanta gente, que todos estén en silencio y oración… que solo se escuche el sonido del mar… se sentía la presencia de Dios”.
Ese día, los jóvenes aprovecharon para compartir entre ellos, cuenta Juliana de La Plata: “nos fuimos a la orilla del mar a tocar la guitarra, cantamos un poco, se nos sumaron unos brasileros a charlar y nos levantamos con música, el sonido del mar y el primer día con sol que nos iluminó la cara luego de tantos de lluvia”.
El domingo 28, las jóvenes asistieron a una misa con el Papa y comenzaron a despedirse, con una nueva certeza, cuenta Lourdes del Centro Janer de Buenos Aires: “Nos dimos cuenta de que la universalidad de la fe es mucho más grande de lo que creíamos: hay un montón de Movimientos, de parroquias y de carismas distintos, ¡y a todos nos une lo mismo! Estamos llenos de entusiasmo por construir esta Iglesia nueva y responder al llamado que Dios, a través de Francisco, nos hizo en la Jornada”.
El testimonio de un artista
“Todos tenemos la sensación de que el Espíritu esta soplando un viento de renovación en la Iglesia. Además de ponernos contentos y de estar felices por las actitudes de Francisco, creo que es importante que cada uno se pregunte si está a la altura de las circunstancias. Como dijo Francisco: ‘si queremos cambiar a la Iglesia, lo primero que hay que hacer es cambiar uno mismo’. Un Papa, por más bueno que sea, nunca podría renovar la Iglesia él solo. El viento del Espíritu está soplando y la pregunta que hay que hacerse es: ¿voy a desplegar mis velas?”
Daniel Poli, músico católico
Equipo de Redacción
Publicado en Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 189 (SEPT-OCT 2013)