Editorial de la Palabra de Dios

Un encuentro profundo con María que renueva el llamado de Camila a ser discípula de Jesús.

Mamá, María, gracias. Porque me buscaste y me trajiste a esta Convivencia. Me enseñaste a orar, a escucharte con el corazón atento y a responder con prontitud. Me enseñaste de tu vínculo con el Padre y en tu sí me regalaste la confianza en su providencia. En tu ser esposa de José, me enseñaste de la paciencia y del amor cotidiano, silencioso, íntimo y sagrado. En tu ser mamá de Jesús, me revelaste que, aunque eres sencilla y humilde, también eres valiente y fuerte para dar a luz en un pesebre y abrazarlo a Jesús con tus manos. También, en acompañar la infancia de Jesús y pasar tiempo con Él, aprendí a saber permanecer y valorar lo cotidiano del vínculo con Jesús.


En las bodas de Caná la certeza de que robas a tu hijo los milagros para mi vida. En tu fidelidad en medio de la cruz se revela tu nueva maternidad, que me hace tu hija y te hace Madre de la Iglesia. Gracias por ser mi maestra y la que abrió mi corazón para escuchar tu voz y lo de tu Hijo. Me revelaste el llamado a ser familia de Dios, y hacerte un lugar en mi hogar. Me habitás y me pedís que abrace a tus hijos en tu nombre, dándome el privilegio de sentir tu amor en cada hijo/hija.


Me liberaste de los criterios del mundo que están deteniendo el plan de Dios en mi vida. Me enseñaste a rezar el Rosario y descubrir el poder que habita en él. Me mostraste que mi santidad se trata de ser auténticamente yo. Me abriste los oídos para escuchar la voz de tu Hijo en mí corazón y en la Palabra, revelándome que soy su familia y su hermana. Vos sos la Guardiana de cada regalo, de mi sí y de mi corazón, que aunque peque, nunca se cansará de buscarte y dejar que tu amor lo convierta una y otra vez.

Camila Parimbelli
Centro Pastoral Santa María de los Ángeles
Buenos Aires

N. de la R.: Camila tiene 26 años, es médica residente de pediatría y está en pareja.
*La Convivencia Mariana es un retiro de siete días en donde se profundiza el vínculo con la Madre de Dios desde el la gracia del carisma.

Publicado en Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº256 – AGO 2024