Editorial de la Palabra de Dios

Iñaki Basiloff, Brian Impellizzeri, Maximiliano Espinillo, Stefano Raimondi, Maria Carolina Gomes Santiago, Andrii Trusov y Teresa Perales son algunos nombres que tal vez no nos resultan conocidos, pero ellos pueden ser un ejemplo de lucha y perseverancia frente a las dificultades.

Todos ellos son atletas paralímpicos que, enfrentando dificultades físicas o psíquicas, buscan obtener medallas, incluso ante el riesgo de deteriorar su condición y no poder continuar con su práctica. Gracias al deporte, muchas veces, encuentran la manera de empezar de nuevo, logran salir adelante y conquistar sus metas.

Los Juegos Paralímpicos de París 2024 fueron un claro ejemplo de esta perseverancia. Contaron con aproximadamente 4.400 atletas de todo el mundo, 22 deportes y un total de 549 competiciones, convirtiéndose en una de las ediciones más grandes de la historia de estos juegos. Este dato nos ayuda a tomar conciencia sobre cómo el ejemplo del deporte puede servir como aprendizaje: no importa tanto ganar o perder, sino simplemente participar y superar los obstáculos.

Entre los atletas, existen diversos ejemplos de superación. Uno de ellos es el caso de Teresa Perales, la nadadora española que, en una entrevista, expresó que a pesar de sus numerosas medallas y de alcanzar la número 28 en estos juegos, este ha sido el ciclo más duro de su carrera deportiva. Comentó que su discapacidad avanzó significativamente, perdiendo prácticamente la movilidad del brazo izquierdo: “He tenido que volver a aprender a nadar por tercera vez en mi vida. La primera fue cuando era pequeña, después cuando con 19 años me quedé en silla de ruedas sin mover las piernas por una neuropatía. Ahora, de nuevo, he vuelto a empezar. Ha supuesto un cambio mental y corporal, porque he tenido que concentrar el esfuerzo en el brazo derecho, que era mi brazo malo, desprogramarme, reinventarme, reequilibrarme y acostumbrarme a nadar más lento”. Además, reflexionó: “No ganar una medalla, en el fondo, no es perder. Nunca lo he vivido como un fracaso. Las carreras que he dejado de ganar siempre las he afrontado desde el camino que me ha llevado hasta ahí, me concentro en la valentía de haberlo intentado”. Los ejemplos de resiliencia, combate y camino de estos atletas, pueden servir como ejemplo para nuestros procesos en la vida de la fe.

La metáfora del atleta en la vida cristiana

Teodoreto de Ciro, un teólogo, historiador y obispo del siglo V, en su obra Historia Religiosa, conmemoró a los santos ascetas de Siria, comparándolos con vencedores de competencias olímpicas para destacar su dedicación espiritual y lucha interior. Él utilizó la figura del atleta como una poderosa metáfora para describir la vida cristiana. La imagen del atleta simboliza a aquellos que dedican su vida a la práctica espiritual, describiéndolos como “atletas de la virtud” y “atletas de la filosofía”, que luchan no solo con sus cuerpos, sino también con sus almas para alcanzar la excelencia espiritual. Dentro de su teoría, destaca la importancia de los instructores o paidotribes y ‘gimnastas’, quienes guían a los que practican el ascetismo en su entrenamiento en la fe, similar a entrenadores deportivos que enseñan a los atletas las técnicas y los caminos para vencer en su lucha espiritual. Además, se menciona el papel del agonoteta que, en la competición ascética, es Dios, el árbitro divino que “preside las luchas del atleta, acompaña con su gracia los esfuerzos y premia con su Reino la victoria obtenida”, explica el teólogo…

Leer completo comprando la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 258 – OCT 2024