En todo el itinerario del Movimiento, siempre nos marcó una presencia mariana.

Desde los inicios de la Obra, María se ha hecho presente entre nosotros de modo permanente. Si bien nuestra referencia es la Madre de la Palabra de Dios y Guardiana de nuestra fe, tenemos otras imágenes que nos acompañaron durante el camino histórico del Movimiento. Suelo decir risueñamente que, como mujer, María sabe elegir lugares y vestidos; tiene buen gusto.


Nosotros no buscamos las advocaciones, porque podríamos tener cantidad de ellas, pero sí hemos descubierto que, en determinados momentos de nuestro camino eclesial, alguna manifestación de María se hizo más cercana, según la gracia que el Espíritu Santo nos regaló como carisma.


Algunas de las gracias recibidas las percibimos asistidas a través de Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora del Pilar y la Virgen de la Revelación.

Todo está ofrecido a nuestra Madre, ella sabe bien cómo acompañarnos; intercede por el camino de la Obra y de cada uno de nosotros.


En ocasión de un viaje que hice a México en 1990, visité el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Durante mi estadía en el lugar, una noche que me quedé en oración recibí la inspiración de realizar en tres Convivencias el Cursillo de Evangelización que, hasta ese momento se hacía en 15 días corridos. Esto tuvo un gran impacto en mí por lo que significaba ese cambio. Sin embargo, hacer esa adecuación fue una providencia en el desarrollo del carisma. En ese momento, no conocíamos el ambiente socio cultural que se avecinaba.


En el año 2000 fui como capellán de un grupo de peregrinos a Tierra Santa. De allí fuimos a Europa y yo pedí ingresar a España por la ciudad de Zaragoza porque quería ofrecer a la Virgen del Pilar nuestra misión en ese país. Luego, partimos hacia Madrid. En la parroquia que nos alojamos programamos realizar un Encuentro en la Palabra y el párroco puso la fecha. Cuando el día ya estaba fijado advirtió que sería feriado, a lo que nos indicó que suspendiéramos porque nadie asistiría. Propusimos hacerlo igualmente al finalizar la celebración de la Eucaristía. Fue sorprendente para mí cuando vi que el día que tocaba celebrar era su fiesta, el 12 de octubre. Participaron del encuentro unas 30 personas. Este fue el puntapié para el inicio de los grupos de oración que comenzamos en España.


En este último tiempo, se hizo presente entre nosotros la Virgen de la Revelación. En noviembre del 2014, luego de la realizaciòn del III Congreso de Movimientos y Nuevas comunidades, nos trajeron la imagen desde Roma. Si bien, aquí el gesto de la Virgen es muy afín a nosotros, ya que sostiene la Palabra entre las manos, en agosto de ese año, yo la había presentado al Movimiento en la Jornada de María sin saber bien el por qué lo había hecho… Ahora creo que esta advocación nos acompaña en nuestro proceso de aprobación canónica en Roma.


Todo está ofrecido a nuestra Madre, ella sabe bien cómo acompañarnos; intercede por el camino de la Obra y de cada uno de nosotros.

Padre Ricardo, MPD

N. de la R.: Extracto de una charla a los miembros de la Ramas consagradas de Nazaret (Quilmes, noviembre de 2014).

Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº236 – AGO 2022