El desarrollo del carisma en el norte de la Provincia de Santa Cruz comienza en el 2003, cuando el Padre Ricardo propone la realización del primer Proceso Comunitario para la Confirmación (PCC) en la ciudad de Puerto Deseado, con el servicio de hermanos que habían tenido la experiencia en Mar del Plata y vivían en esa ciudad más catequistas locales. Tiempo después varios de esos jóvenes que se confirmaron continuaron su camino en el Movimiento cuando fueron a estudiar a Mar del Plata, Córdoba o Buenos Aires.
En el 2005 llegaron misioneros y se realizó el primer retiro de Pascua en Puerto Deseado, al que concurrieron, en su mayoría, hermanos adultos. A partir de allí se formaron grupos de Encuentro en la Palabra y en el 2009 se comenzó el camino discipular en el Movimiento. Más tarde, estos hermanos participaron de las Convivencias de Evangelización que se realizaban en Buenos Aires y Córdoba. Ellos fueron construyendo el cimiento del desarrollo de la Obra en el Departamento Deseado.
El regreso a sus lugares de origen, propio de la Patagonia, hizo que el número de hermanos del grupo se redujera y los pastores discernieron que convenía llevar adelante un grupo de Encuentro en la Palabra, junto con la compañía del P. Ricardo. Esta decisión tenía el objetivo de favorecer el crecimiento de la Obra en la realidad adulta del lugar.
Resonó en nosotros la Palabra del Señor que viendo tantos hombres que caminan junto a nosotros, se compadece de ellos porque caminan como ovejas sin pastor y nos dice “Denles de comer ustedes mismos”. Es el desafío de mantenernos junto a Él y confiar en su gracia. Nosotros sólo somos siete, cinco panes y dos peces (cfr. Mc. 6, 34-44). Y en fidelidad a Jesús en el carisma que nos había dado y obediencia a nuestros pastores, el Espíritu fue abriendo caminos.
Algunas hermanas se trasladaron por razones laborales a Caleta Olivia, un lugar cercano. En comunión con su comunidad y con mucha oración, fueron fieles hasta que el Señor desarrolló la Obra en esta localidad. Gracias a la llegada de un hermano procedente de Buenos Aires, comenzó alló un nuevo grupo de Encuentro en la Palabra.
La tercera localidad de nuestro Departamento es Las Heras. Ahí llegó el P. Fabián González Balsa en su regreso a la Patagonia. Él había profundizaco el vínculo con el Movimiento en el Centro Pastoral de Santa María de los Ángeles, en Buenos Aires.
En el 2020, la pandemia, lejos de detenernos en la misión, colaboró para que descubriéramos nuevos mecanismos de encuentro en las distancias patagónicas. Y así desde las distintas localidades nos encontramos virtualmente en la Pascua y en las Jornadas generales que se desarrollaron.
Esto favoreció a la conformación de un nuevo grupo de Encuentro en la Palabra en Las Heras. Y como el Señor nos quiere alimentar hasta saciarnos, al P. Fabián lo nombraron obispo auxiliar de la diócesis de Río Gallegos. Ahí estábamos todos en su ordenación, hermanos de Puerto Deseado, Caleta Olivia y Las Heras. Un día de alabanza donde el Señor tomaba nuestros sobresaltos y nos decía: “Tranquilícense, soy yo; no teman” (Mc 6,50).
De esos siete adultos entre 38 y 64 años, en la Jornada de María, nos encontramos treinta y dos hermanos del Departamento Deseado, donde hoy caminan dos grupos de Evangelio y tres grupos de Encuentro en la Palabra.
En la actualidad, los grupos de Encuentro en la Palabra de los tres lugares tuvieron su Jornada anual en Las Heras y hace unos días tuvieron el retiro anual de los grupos de Evangelio en Caleta Olivia, con el acompañamiento de Leo Díaz, auxiliar de la zona Patagonia y de Age, su esposa, quienes habían participado del retiro en el 2010.
Hoy, me toca servir acompañando al misionero de esta zona, Daniel Rodriguez Novo, y a un cuerpo pastoral de once hermanos. Desde el carisma y en comunión eclesial, el vínculo fraterno se afianza. El Espíritu Santo nos conduce, nos lleva, a veces con vientos de 110 o 120 km por hora a la misión, sin miedo y unidos por el carisma. Nos sentimos animados por el testimonio de nuestro pastor, el Padre Ricardo, y de tantos otros hermanos del Movimiento que oran por nosotros y entregan su vida al Señor por el Reino.
Norma Cornaló