El hombre designado para incorporar a Jesús en la sociedad de modo legal.

Cuando la gracia de Dios elige a alguien para alguna misión especial, le concede todos los dones que son necesarios para llevar a cabo su ministerio. Sin duda, esta regla se realizó de un modo eminente en san José, el padre adoptivo de Jesús.

José fue el elegido por el Padre eterno como cuidador y guardián de sus más preciados tesoros: su Hijo Jesús y María, la Reina y Señora de todo lo creado; una misión que cumplió con absoluta fidelidad. 

Al mirar la relación que tiene José con la Iglesia, podemos preguntarnos: ¿no es éste el hombre escogido por el que Cristo fue introducido en el mundo de un modo regular y honesto? José lo aceptó como hijo propio, es decir, lo adoptó. Por lo tanto, si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, la Madre de Dios, ya que por medio de ella recibió a Jesús; de igual modo la Iglesia “le debe” a san José, después de ella, una especial gratitud y reverencia. 

Leer REFLEXIÓN completa en: Cristo Vive, Aleluia! Nº 228 (jul-ago 2021)