La Organización de las Naciones Unidas propone hacer foco en la no discriminación de las mujeres.

Jesús confió en las mujeres para revelarse frente a ellas en el sepulcro vacío. Fueron las discípulas las primeras en enterarse que había resucitado, como él lo había dicho (cf. Mt 28, 6a). Si el Señor confió en ellas, la pregunta que nos interpela en este momento es: ¿qué nos detiene a nosotros para lograr la igualdad?


Un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas llamado “ONU Mujeres”, sobre cuestiones involucradas a los derechos económicos y la autonomía física de la mujer, afirma que lograr la igualdad de género es más importante que nunca en este momento de la historia, ante las diversas crisis sociales que padece la humanidad. Para asegurar el desarrollo sostenible resulta clave garantizar los derechos de las mujeres y las niñas en todos los ámbitos de la vida.


El panorama a nivel mundial presenta algunos obstáculos para lograr la igualdad de género en 2030. La principal de ellas es la falta de financiamiento, sumado al gran déficit anual de  360.000 millones de dólares en medidas destinadas a alcanzar objetivos concretos en este sentido.   


En el proyecto de ONU Mujeres se presentan cinco áreas que requieren una acción conjunta para que no se las siga discriminando ni dejando atrás: 


1 – Financiar los derechos de las mujeres.


La igualdad de género es el mayor reto en materia de derechos humanos. Invertir en políticas para avanzar hacia la igualdad es la piedra angular para crear sociedades inclusivas. Los avances para las mujeres benefician a todas las personas en el mundo.


2 – Acabar con la pobreza y la desigualdad. 


A partir del 2020, la pandemia del Covid-19, conflictos geopolíticos, desastres climáticos y turbulencias económicas han empujado a 75 millones de personas a la pobreza severa. Esto podría llevar a más de 342 millones de mujeres y niñas a vivir por debajo del umbral de pobreza en 2030.


3 – Un financiamiento transformador.


El 75 % de los países mantendrán los recortes en el gasto público en 2025 debido a los conflictos y los precios de combustibles y alimentos. La austeridad repercute negativamente en las mujeres ya que reduce el gasto público en servicios esenciales, políticas de cuidados y protección social. Las propuestas de recaudación fiscal y de incentivos con perspectiva de género pueden ser instrumentos para la reducción de la concentración de la riqueza, la desigualdad y para fomentar la economía real. Esto permitiría reducir el impacto de ajustes y ampliar el espacio fiscal. 


4 – Pasar a un desarrollo sostenible y una sociedad de los cuidados.


El sistema económico exacerba la pobreza, la desigualdad y el deterioro medioambiental, afectando de manera desproporcionada a las mujeres y más aún, aquellas que enfrentan múltiples discriminaciones. Financiar iniciativas de desarrollo local alternativo y a las organizaciones que hacen incidencia en torno a la justicia económica y climática permitirá avanzar en soluciones concretas en el territorio y cambios de las reglas del juego del sistema a nivel nacional e internacional. 


5 – Apoyar a los movimientos que impulsan el cambio. 


Las organizaciones feministas lideran la lucha contra la pobreza y la desigualdad de las mujeres en toda su diversidad. Sin embargo, están abogando y trabajando casi sin recursos, ya que reciben un escaso apoyo de la cooperación internacional, los fondos multilaterales, los presupuestos nacionales o la filantropía. Hay que financiar a las organizaciones feministas y de mujeres para impulsarlas, ya que fortalecer a los movimientos y las organizaciones de la sociedad civil contribuye a la democracia, la paz y el desarrollo sostenible. 

Por todo esto, es necesario conocer, analizar y estar atentos a esta realidad que atraviesa al mundo entero, pero sobre todo a las mujeres que trabajan día a día para alcanzar la igualdad de género.

Fuente: “ONU Mujeres. América Latina y el Caribe”.

Publicado en la revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 251 – MAR 2024