Entre los argumentos que se escuchan últimamente, algunos partidos políticos logran aglutinar su discurso en los problemas de la elite política y en un estado poco eficiente, pero nos podemos preguntar si el mensaje de fondo promueve o va contra las ideas de comunidad, de solidaridad y de igualdad que propone la democracia y las sociedades basadas en derechos y respeto a la diversidad.
Por otro lado, en el ámbito religioso, a lo largo de la historia, también encontramos autoritarismos consensuados por el pueblo que han llevado a la violencia o al quebrantamiento de un orden establecido.
Miremos a Jesús en su contexto judío y cristiano naciente: ¿acaso su proceso no fue condicionado por una masa manipulada por unos pocos, que querían mantener el statu quo? ¿No se dividían los primeros cristianos entre Pablo y Apolo? ¿No criticaba Jesús una forma de entender la religión cuyos ritos quedaban vacíos? ¿No se consideraban los fariseos y saduceos los auténticos judíos? ¿No tenían problemas algunos hebreos a la hora de comprender el espíritu de la ley y se quedaban en la simple literalidad?
El enfrentamiento que se genera en el plano político actualmente en Argentina exige, para trascenderlo, una madurez intelectual en la sociedad, que implica una constante reflexión, en la que no se puede dar por supuesta ninguna respuesta. Asimismo, conlleva asumir la verdad en toda su complejidad –o, al menos, aspirar a ella– y no conformarse solo en parte. Por otro lado, estamos llamados a defender la verdad, pero nunca a apropiarnos de ella. Efectivamente, esto exige un esfuerzo constante y una disposición a discernir con mucha finura los signos de los tiempos a la luz de la fe y de la razón.
El riesgo de “mundanizarnos” en actitudes y pensamientos (y seguir a la masa) es una tentación con la que convivimos todos los cristianos. Se trata, más bien, de plantearse qué hacemos por cultivar nuestro pensamiento y de detectar, al mismo tiempo, las actitudes y comportamientos que nos alejan del bien común y de la verdad, de la reconciliación, de la defensa de la dignidad humana, de la belleza y, por supuesto, del amor, no solamente para mantener una auténtica democracia, sino también para crecer como sociedad.
Equipo de Redacción
Publicado en la revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 248 – OCT 2023