Daiana se encontró con una nueva libertad al entregarle sus decisiones a Jesús.

Es increíble cómo el Señor aprovecha hasta el más mínimo detalle para cambar nuestra mirada sobre la propia vida y sobre lo que tenemos como seguridad. Así me pasó a mí. Me descubrí hablando con Jesús en una oración que estaba llena de condiciones, miedos y falsas imágenes.


Antes de llegar a la Convivencia* tenía la vida encasillada en mis planes y mi voluntad. Prácticamente todo estaba resuelto y cómodamente ordenado. Había coordinado cinco años el grupo de pre-adolescentes de “Crecimiento en la fe” y sentía que todo marchaba bien hasta que me ofrecieron acompañar pastoralmente a una comunidad de jóvenes. Tuve miedo, eso no estaba en mis planes y comencé a poner mil excusas: “No creo que sea para mí. Jesús, discúlpame si esta es tu voluntad, pero yo no puedo, estoy en mi último año de cursada universitaria, todavía tengo que preparar la tesis y además sé que sería un gran esfuerzo, mientras que para otros es mucho más fácil”. Esa era mi conversación con Él todos los días.


Durante esos días, sentí que el Señor en su Palabra me exhortó a ser libre, a reconocer que Él era el único que tenía el poder en mi vida y que su voluntad era la única que me hacía plena. ¿Libre de qué? me preguntaba hasta que, luego de mucho discernimiento y oración, el Señor me reveló que era esclava de mi propia agenda. Era en ella donde depositaba mi confianza, la que me salvaba del dolor manteniéndome ocupada y distraída. Así yo tenía el control de mi vida. Fue difícil y duro descubrir eso, porque pensaba que Jesús era todo para mí. Se lo ofrecí por la conversión de mi vida y mi verdadera libertad. En su amor fui descubriendo todos los miedos, heridas, falsas imágenes e inseguridades que se escondían en mí.


Al reconocerme tan limitada y temerosa, me arrodillé a los pies del Santísimo y empecé a implorar al Señor que me sanara, que me hiciera libre para poder amarlo de verdad. Descubrí el abrazo del Padre, su consuelo y su amor. ¡Qué tierno es el Señor! Me encontré completamente enamorada de Él, expresándole de todo corazón que era el Señor de mi tiempo, de mis decisiones y de toda mi vida. Le ofrecí también la vocación de vida, con la cual Él me hizo amarlo cada día más y servirlo siempre.


Hoy puedo decir que realmente Jesús es el que tiene todo poder sobre mí. Y sí, sigo teniendo miedos, pero creo de todo corazón que todo lo puedo en Él porque me fortalece.


Daiana González
Río Grande
Tierra del Fuego

*Se trata de la Convivencia de Cursillo de Evangelización que se realiza en los primeros días de enero con el objetivo de profundizar en el camino de la fe y la vida del carisma.
N. de la R.: Daiana tiene 28 años y es docente. Esta casada con Carlos, con quien participan del Movimiento y tienen una hija, Mia Jazmín.

Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº247 – SEP 2023