1 de Noviembre de 2000
Centro Mariano “ARCA DE LA NUEVA ALIANZA” (M.P.D.)
“Y apareció en el cielo un gran signo:
una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce
estrellas en su cabeza.” (Ap. 12,1).
“Deseo que propaguen mis mensajes por todo el mundo.”
(Cuenca, mens.67)
1
ANUNCIO: María en la Iglesia
Fátima, Camino al Tercer Milenio.
“El tiempo estaba maduro para revelar el tercer secreto” afirmó el Papa el pasado 13 de mayo en Fátima en el día de la beatificación de los dos pastorcillos, Jacinta y Francisco. El tiempo estaba maduro: estamos en el Jubileo y nos asomamos, como desde una ventana, al III milenio que se abre ante nosotros; pero es también la postura ideal para mover la mirada sobre el siglo que acaba de transcurrir. Voluntariamente nos lleva de nuevo al corazón del mensaje de Fátima y nos dedica la santidad de los dos pastorcillos y el tercer secreto. ¿Porqué nos lo preguntamos?
Porque Fátima es el signo de los tiempos, la clave de lectura para comprender el siglo XX. Porque Fátima es la espiritualidad adaptada a estos tiempos. Porque Fátima es la vía espiritual que nos lleva al tercer milenio. Vamos a intentar clarificar esta vía espiritual trazada por la Virgen, asomándonos desde esta ventana sobre la historia y sus recodos; sobre el presente, y sobre el campo abierto del 2000 que seremos nosotros los que lo cultivemos, si sabemos escuchar y seguir a la Madre del Salvador.
Preguntarse cuál es el núcleo de esta vía espiritual equivale a preguntarse qué es lo que vivieron los pastorcillos que hoy la Iglesia nos presenta como beatos. Pues bien, los fundamentos de la espiritualidad indicada por N.S. de Fátima son sustancialmente tres: el Rosario, ofrecerse por el mundo y el Corazón Inmaculado. Son cosas sencillas, pero en el fondo, en la beatificación de los pastorcillos, descubrimos la indicación que esta nueva vía es para los pequeños. Dos certezas, pues: el tercer milenio será de María y de los pequeños, en sentido evangélico, naturalmente.
El Rosario
“Quiero que recen el Rosario todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra”. Sor Lucía ha escrito, hablando de la llamada de la Virgen desde Fátima: “esta invitación no quiere llenar las almas de miedo, es sólo un reclamo urgente. Como la Virgen Santísima ha dado una gran eficacia al Santo Rosario, no hay problema material ni espiritual, nacional o internacional que no pueda resolverse con el rezo del Santo Rosario y con nuestro sacrificios. Rezado con amor y devoción, consolará a María, secando muchas lágrimas de su Corazón Inmaculado.”
Ofrecerse por el mundo
“¿Quieren ofrecerse a Dios, dispuestos a soportar todos los sufrimientos que Él les envíe, en reparación de los pecados con que Él es ofendido, y para obtener la conversión de los pecadores?” Los niños respondieron que sí.
Tomemos un ejemplo concreto para comprender mejor el valor del Rosario y del ofrecimiento por el mundo: el Papa.
El tercer secreto fue publicado el 26 de junio con el comentario del Card. Ratzinger, pero el Card. Sodano anticipó algunos rasgos fundamentales el 13 de mayo en Fátima. Uno de estos es que los niños vieron un Obispo vestido de blanco que caía bajo los golpes de un arma de fuego. Todos los papas se habían abstenido de revelarlo.
Ocurrió el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de S. Pedro. Aquí puede intuirse qué significa ofrecerse por el mundo. El Papa había afirmado: nuestra sociedad necesita el signo de un Papa sufriente. Ahora que ha sido revelada una parte del tercer secreto todo se clarifica: Juan Pablo II en el Vía Crucis del siglo XX es un signo para el mundo, su sufrimiento es un poco como el de los pastorcillos. Sufrimiento y oración, un binomio que con el pasar de los años, en él se hace cada vez más urgente.
Y el tiempo dedicado a la oración es cada vez más largo. El P. Tadeusz Styczen, el confidente del Papa, explica: para él rezar es como respirar, lo hace con naturalidad, en cada momento… es siempre muy afable con la gente, se entretiene gustosamente pero en un momento dado recoge el rosario lo aprieta sonriendo como para dar a entender a su interlocutor que debe retirarse a orar.
Y esto puede bastar para ilustrar los dos primeros fundamentos de la espiritualidad de Fátima. El tercer punto es sin embargo el verdadero núcleo.
El Corazón Inmaculado
“ No te desanimes – dijo la Virgen a Lucía – mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te llevará a Dios.” ¡Éste es el camino propuesto por María! Y María ha indicado también una meta: “Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado».
¿Cómo se ha correspondido a las expectativas de Dios? ¿Qué podemos hacer hoy? Es el momento de asomarnos a nuestra ventana abierta a la historia.
El Corazón Inmaculado como refugio y camino hacia Dios: no es una espiritualidad individual – como una devoción – sino una indicación para la Iglesia universal, puesto que la misma Virgen pidió que el Papa consagrase el mundo entero, y luego Rusia, a su Corazón Inmaculado.
Pío XI no lo hizo, Pío XII al principio vaciló pero luego, viendo el horror de la II guerra mundial, inesperadamente, el 31 de octubre de 1942, en un mensaje radiofónico en portugués realizó la petición con estas palabras: A tu Corazón Inmaculado en esta hora trágica de la historia humana, confiamos, consignamos, consagramos no sólo la Santa Iglesia… sino todo el mundo lacerado por discordias funestas.
Pasado apenas un mes, los alemanes fueron derrotados en la histórica batalla del El-Alamein, en África del Norte, que abrió la puerta de Europa a los americanos. Después de algunos meses con la derrota alemana en Stalingrado, Churchill dijo: “La rueda del destino se ha girado”. Tenía razón porque la II guerra mundial acabó en poco tiempo.
Los hechos por sí mismos bastan para explicar la riqueza de gracia que se esconde tras este misterio de la consagración al Corazón Inmaculado. Pío XII quedó tan impresionado que a continuación, el 01/11/1950, recurriendo a su infalibilidad, definió el dogma de fe de la Asunción de María al cielo, instituyó numerosas fiestas y años marianos y finalmente, en el lecho de muerte expresó el deseo de que cada nación, cada diócesis, cada parroquia y cada familia se consagrasen al Corazón Inmaculado de María. El Papa Pío XII había experimentado de cerca la potencia del Corazón Inmaculado en el Corazón de Su Hijo. Este es un signo de los tiempos, es decir, una necesidad para el tiempo difícil que vivimos, que Dios mismo nos indica a través de la Virgen.
También Juan Pablo II ha acogido esta necesidad, por esto, el 08 de octubre, en presencia del episcopado mundial, que se reunió para el jubileo de los Obispos, consagró el mundo y el tercer milenio al Corazón Inmaculado. Y fue deseo del Papa que esta consagración fuera preparada primero en los corazones, en las familias, en las parroquias y luego en las diócesis, tal como quería Pío XII. ¿Cómo podemos nosotros, ahora en el tiempo presente, concretar estas indicaciones con sencillez?
La respuesta nos viene de la historia, de un Papa sencillo: Juan XXIII, que quiso que Italia como nación se preparase a la solemne consagración del Corazón Inmaculado a través de una iniciativa que él mismo bendijo “La peregrinación de las maravillas” que es como fue llamado el recorrido de la Virgen peregrina de Fátima por toda Italia en 1959. Como conclusión de la peregrinación, el 13 de septiembre, el mismo Papa consagró Italia al Corazón Inmaculado. Así hemos, echado una mirada sobre los “timoneles” de la Iglesia pasada, presente y futura, con esta iniciativa promovida por el Santo Padre actual de la consagración del tercer milenio al Corazón Inmaculado de María. (Eco de Mediugorie nº152, pág.3-4.)
–
2
MANIFESTACIONES MARIANAS: EL TERCER SECRETO DE FÁTIMA
1. El primer mensaje.
Según la relación de la vidente, que hoy todavía vive y es testigo de la historia de este siglo, la revelación del cielo tiene tres partes. Esta relación es del 31 de agosto de 1941 y es parte de la “Tercera Memoria”, escrita por la vidente.
Dice así: “Ahora bien, el secreto consta de tres partes distintas, de las cuales voy a revelar dos. La primera fue, pues, la visión del infierno.
Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas. Como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, como forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las cenizas en los grandes incendios; sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión fue durante un momento, y gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.
2. El segundo mensaje.
A continuación, Sor Lucía describe el relieve que Dios pone en el corazón del pueblo creyente, respecto del misterio y la acción de María glorificada en el Cielo: “Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza: —Vieron el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace los que les voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que Dios les da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.
3. El tercer mensaje: El Secreto de Fátima.
La tercera parte de esta “revelación privada” es la que permaneció sin publicitarse y constituyó lo que popularmente se conoce como “el tercer secreto de Fátima”. Se revela en este año Jubilar, y en relación de la misma Lucía, dice así:
“Tercera parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917 en la Cueva de Iria-Fátima.
Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenas por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre tuya y mía.
Después de las dos parte que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él. El Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz:
¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: – algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él -, a un Obispo vestido de Blanco – tuvimos el presentimiento de que fuera el Santo Padre -. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios. Tuy 3-1-1944.”
4. Comentario e interpretación del tercer secreto de Fátima.
Este texto es una visión profética comparable a la de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas. Por lo tanto, la clave de la lectura del texto ha de ser de carácter simbólico.
La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio. Es un interminable Vía Crucis dirigido por los Papas del Siglo XX.
Según la interpretación de los pastorcitos, interpretación confirmada recientemente por Sor Lucía, el -Obispo vestido de blanco- que ora por todos los fieles es el Papa. También él, caminando con fatiga hacia la Cruz entre los cadáveres de los martirizados (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos), cae a tierra como muerto, bajo los disparos de armas de fuego.
Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado, la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad. “La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo… La invitación insistente de María santísima a la penitencia es la manifestación de su solicitud materna por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y perdón.” (J.P.II Mens. Para la Jornada Mundial del Enfermo 1997.)
Como palabra clave de la primera y segunda parte del “secreto” hemos descubierto la de “salvar las almas”, así como la palabra clave de este “secreto” es el triple grito: “!Penitencia, Penitencia, Penitencia!”. Examinemos ahora más de cerca cada imagen. El ángel con la espada de fuego a la derecha de la Madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis. Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el mundo. La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente pura fantasía: el hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de fuego.
La visión de Dios, y proveniente siempre de él, la llamada a la penitencia. De ese modo se subraya la importancia de la libertad del hombre: el futuro no está determinado de un modo inmutable, y la imagen que los niños vieron, no es una película anticipada del futuro, de la cual nada podría cambiarse. Toda la visión tiene lugar en realidad sólo para llamar la atención sobre la libertad y para dirigirla en una dirección positiva. El sentido de la visión no es el de mostrar una película sobre el futuro ya fijado de forma irremediable. Su sentido es exactamente el contrario. El de movilizar las fuerzas del cambio hacia el bien. Por eso están totalmente fuera de lugar las explicaciones fatalísticas del “secreto” que, por ejemplo, dicen que el atentado del 13 de mayo de 1981 habría sido en definitiva un instrumento del plan divino guiado por la Providencia y que, por tanto, no habría actuado libremente, así como otras ideas semejantes que circulan. La visión habla más bien de los peligros y del camino para salvarse de los mismos.
Las siguientes frases del texto muestran una vez más muy claramente el carácter simbólico de la visión: Dios permanece el inconmensurable y la luz que supera todas nuestras visiones. Las personas humanas aparecen como en un espejo. Debemos tener siempre presente esta limitación interna de la visión, cuyos confines están aquí indicados visivamente. El futuro se muestra sólo -como en un espejo de manera confusa- (cf 1 Cor. 13, 12).
Tomemos ahora en consideración cada una de las imágenes que siguen en el texto del “secreto”. El lugar de la acción aparece descrito con tres símbolos: una montaña escarpada, una grande ciudad medio en ruinas y, finalmente, una gran cruz de troncos rústicos. Montaña y ciudad simbolizan el lugar de la historia humana: la historia como costosa subida hacia lo alto, la historia como lugar de la humana creatividad y de la convivencia, pero al mismo tiempo como lugar de las destrucciones, en las cuales el hombre destruye la obra de su propio trabajo. La ciudad puede ser el lugar de comunión y de progreso, pero también el lugar del peligro y de la amenaza más extrema. Sobre la montaña está la cruz, meta y punto de orientación de la historia. En la cruz la destrucción se transforma en salvación; se levanta como signo de la miseria de la historia y como promesa para la misma.
Aparecen después aquí personas humanas: el Obispo vestido de blanco (-hemos tenido el presentimiento de que sea el Santo Padre-), otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y finalmente, hombres y mujeres de todas las clases y estratos sociales. EL Papa parece que precede a los otros, temblando y sufriendo por todos los horrores que lo rodean. No sólo las casas de la ciudad están medio en ruinas, sino que su camino pasa en medio de los cuerpos de los muertos. El camino de la Iglesia se describe así como un viacrucis, como camino en un tiempo de violencia, de destrucciones y de persecuciones. Se puede ver representada en esta imagen la historia de todo un siglo.
Del mismo modo que los lugares en la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes de la montaña y de la ciudad y están orientados hacia la cruz, también los tiempo son presentados en forma compacta.
En la visión podemos reconocer el siglo XX como siglo de los mártires, como siglo de los sufrimientos y de las persecuciones contra la Iglesia, como el siglo de las guerras mundiales y de muchas guerras locales que han llenado toda su segunda mitad y han hecho experimentar nuevas formas de crueldad.
En el “espejo” de esta visión vemos pasar a los testigos de la fe de decenios. A este respecto parece oportuno mencionar una frase de la carta que Sor Lucía escribió al Santo Padre el 12 de mayo de 1982: “la tercera parte del “secreto” se refiere a las palabras de Nuestra Señora: “Si no (Rusia) diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán destruidas”.
En el viacrucis de este siglo, la figura del Papa tiene un papel especial. En su fatigoso subir a la montaña podemos encontrar indicados con seguridad juntos diversos Papas, que empezando por Pío X hasta el Papa actual han compartido los sufrimientos de este siglo y se han esforzado por avanzar entre ellas por el camino que lleva a la cruz. En la visión también el Papa es muerto en el camino de los mártires. ¿No podía el Santo Padre, cuando después del atentado del 13 de mayo de 1981 se hizo llevar el texto de la tercera parte del “secreto”, reconocer en él su propio destino? Había estado muy cerca de las puertas de la muerte y él mismo explicó el haberse salvado, con las siguientes palabras: “…fue una mano materna la que desvió la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se paró en el umbral de la muerte” (13 de mayo de 1994). Que una mano “materna” haya desviado la bala mortal muestra, sólo una vez más, que no existe un destino inmutable; que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y que, al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones.
La conclusión del “secreto” recuerda imágenes que Lucía puede haber visto en libros de piedad y cuyo contenido deriva de antiguas intuiciones de fe. Es una visión consoladora, que quiere hacer maleable por el poder salvador de Dios una historia de sangre y lágrimas. Los ángeles recogen bajo los brazos de la cruz la sangre de los mártires y riegan con ella las almas que se acercan a Dios. La sangre de Cristo y la sangre de los mártires están aquí consideradas juntas: la sangre de los mártires fluye de los brazos de la cruz. Su martirio se lleva a cabo de manera solidaria con la pasión de Cristo y se convierte en una sola cosa con ella.
Ellos completan a favor del Cuerpo de Cristo lo que aún falta a sus sufrimientos (cf. Col 1, 24). Su vida se ha convertido en Eucaristía, inserta en el misterio del grano de trigo que muere y se hace fecundo. La sangre de los mártires es semilla de cristianos, ha dicho Tertuliano. Así como de la muerte de Cristo, de su costado abierto, ha nacido la Iglesia, así la muerte de los testigos es fecunda para la vida futura de la Iglesia.
La visión de la tercera parte del “secreto”, tan angustiosa en su comienzo, se concluye pues con una imagen de esperanza: ningún sufrimiento es vano y, precisamente, una Iglesia sufriente, una Iglesia de mártires, se convierte en señal orientadora para la búsqueda de Dios por parte del hombre. En las manos amorosas de Dios no han sido acogidos únicamente los que sufren como Lázaro, que encontró el gran consuelo y representa misteriosamente a Cristo que quiso ser para nosotros el pobre Lázaro; hay algo más, del sufrimiento de los testigos deriva una fuerza de purificación y de renovación, porque es actualización del sufrimiento mismo de Cristo y transmite en el presente su eficacia salvífica.
Quisiera al final volver aún sobre la palabra clave del “secreto”, que con razón se ha hecho famosa: “mi Corazón Inmaculado triunfará”. ¿Qué quiere decir esto? Que el Corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fíat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este “Sí” Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre.
El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: “padecerán tribulaciones en el mundo, pero tengan confianza; yo he vencido al mundo” (Jn. 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa. (Comentario teológico del Card. Joseph Ratzinger – Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 26-6-00)
–
3
TESTIMONIO
La aparición de María en la Cova de Iría, Fátima, en 1917, se realizó a tres niños pastores. De ellos dos: Jacinta y Francisco fallecieron al poco tiempo como se los había anticipado el Señor. Quedó Lucía, consagrada luego como religiosa contemplativa, para dar testimonio históricamente de las apariciones y sus mensajes.
Un testimonio de estas maravillas de la gracia de Dios a su Pueblo, a través de María, es la catequesis de Juan Pablo II del 17 de mayo del presente año. Allí, en síntesis, decía:
“Mi corazón rebosa de gratitud: por tercera vez, en la fiesta del 13 de mayo, fecha de la primera aparición de la Virgen en Cova de Iría, la Providencia me ha concedido ir en peregrinación a los pies de la Virgen, donde ella se manifestó a los tres pastorcitos, Lucía Francisco y Jacinta, de mayo a octubre de 1917. Lucía vive aún, y una vez más he tenido la alegría de encontrarme con ella.
Como sucedió en Lourdes, también en Fátima la Virgen eligió a unos niños, Francisco, Jacinta y Lucía, como destinatarios de su mensaje. Ellos lo acogieron tan fielmente que no solo merecieron ser reconocidos como testigos creíbles de las apariciones, sino también se convirtieron ellos mismos en ejemplo de vida evangélica.
Lucía, la prima algo mayor, y que vive aún, ha dado retratos significativos de los dos nuevos beatos. Francisco era un niño bueno, reflexivo, de espíritu contemplativo. Jacinta era viva, bastante susceptible, pero muy dulce y amable. Sus padres los habían educado en la oración, y el Señor mismo los atrajo más íntimamente hacia sí mediante la aparición de un ángel que, con un cáliz y una Hostia en las manos, les enseñó a unirse al sacrificio eucarístico para reparación de los pecados.
Con los dos pastorcitos de Fátima la Iglesia ha proclamado beatos a dos niños, porque, a pesar de que no fueron mártires, dieron muestras de vivir las virtudes cristianas en grado heroico, no obstante su tierna edad. Heroísmo de niños, pero verdadero heroísmo.
Su santidad no depende de las apariciones, sino de la fidelidad y del esmero con que correspondieron el don singular que recibieron del Señor y de María Santísima. Después del encuentro con el ángel y con la hermosa Señora, rezaban el rosario varias veces al día, ofrecían frecuentes penitencias por el fin de la guerra y por las almas más necesitadas de misericordia divina, y sentían el intenso deseo de “consolar” al Corazón de Jesús y al de María.
Además, los pastorcitos tuvieron que sufrir las fuertes presiones de los que los impulsaban, con la fuerza y con terribles amenazas, a negarlo todo y revelar los secretos recibidos. Pero ellos se animaban mutuamente, confiando en el Señor y en la ayuda de “aquella Señora”, de la que Francisco decía: “Es nuestra amiga”. Por su fidelidad a Dios, constituyen un luminoso ejemplo, para niños y adultos, de cómo conformarse de modo sencillo y generoso a la acción transformadora de la gracia divina.
Por consiguiente, mi peregrinación a Fátima fue una acción de gracias a María por lo que quiso comunicar a la Iglesia a través de estos niños y por la protección que me ha concedido durante mi pontificado: una acción de gracias que he querido renovarle simbólicamente con el don del precioso anillo episcopal que me regaló el cardenal Wyszynski pocos días después de mi elección a la sede de Pedro.
Al parecerme que los tiempos estaban maduros, he considerado oportuno hacer público el contenido de la así llamada tercera parte del secreto.
Desde Fátima se difunde por todo el mundo un mensaje de conversión y esperanza, un mensaje que, de acuerdo con la revelación cristiana, está profundamente insertado en la historia. Partiendo precisamente de las experiencias vividas, invita a los creyentes a orar con asiduidad por la paz en el mundo y a hacer penitencia para abrir los corazones a la conversión. Este es el Evangelio genuino de Cristo que vuelve a proponer a nuestra generación, particularmente probada por los acontecimientos pasados. La llamada que Dios nos ha comunicado mediante la Virgen santísima sigue siendo plenamente actual. (L´Osservatore R. Del 19-05-2000, pág. 12)
–
4
MARÍA Y EL MUNDO
Fátima es una manifestación de María dentro de una secuencia de apariciones marianas, desde el siglo pasado hasta el presente: La Salette (1846), Lourdes (1858), Fátima (1917), Mediugorie (1981), etc.
Por el contexto las dos primeras partes del mensaje de Fátima, como llamado a la conversión y la oración, se podría creer que es un mensaje simple de piedad popular. Esta piedad suele terminar en la construcción de un santuario y en la devoción de una advocación.
Pero la tercera parte del Mensaje de Fátima, nos muestra su sentido y valor profético. Fátima es una profecía sobre la historia. Y esto, con el lenguaje religioso de Dios.
Fátima nos muestra la atención que Dios le presta a la historia humana y a la vida de la Iglesia. Ella está suponiendo una conexión de esta revelación privada con otras anteriores y con lo que la revelación bíblica dice de la fe de las Naciones.
El mensaje profético de La Salette afirmaba: “Los jefes, los conductores del pueblo de Dios han desdeñado la oración y la penitencia y el demonio les ha ofuscado la inteligencia… Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo designio: abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al esoterismo y toda clase de vicios.” (nº 5 y 17)
“El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir porque durante un tiempo la Iglesia será víctima de grandes persecuciones. Ese será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia pasará por una horrorosa crisis. El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con é l hasta el fin para recibir su sacrificio.” (nº 13 y 15)
Desde la perspectiva bíblica, la historia vive un momento que claramente puede ser caracterizado como la vuelta de las naciones al paganismo del que fueron sacadas por la predicación evangélica de la Iglesia.
Esa ha sido la línea cultural y de civilización de este siglo secularista. Las naciones han globalizado un proyecto liberal y materialista de la vida, centrado en la absolutización económica del mercado y los grandes capitales internacionales. Se vive en el desconocimiento, la negación y la indiferencia de Dios, de la Tierra como su Creación y de Cristo como el Salvador del Pecado del Mundo.
Y Fátima, desde su “tercer secreto”, anticipa los caminos de la paganización de la historia en este siglo. Aparece en el contexto de la primera guerra mundial, en vísperas de la revolución bolchevique y vaticinando tanto la segunda guerra mundial como el desarrollo histórico de la quimera marxista.
¡La tercera parte del secreto – decía Lucía en 1982 – se refiere a las palabras de Nuestra Señora: – Si no, Rusia diseminará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán destruidas.- (13 de julio de 1917)
María había anticipado que la segunda guerra mundial estaría precedida de «una noche iluminada por una luz desconocida». Un mes antes de la invasión nazi de Austria, una gran aurora boreal iluminó el cielo de toda Europa la noche del 24 al 25 de enero de 1938. En cuanto a la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, recién fue satisfecha por Juan Pablo II en 1984. Siete años más tarde -1991- caía por sí mismo el regimen comunista de Rusia. ¡No le faltan signos de Dios a Europa y al conjunto universal de las Naciones!
“El camino de la Iglesia se describe así, como un viacrucis, como camino en un tiempo de violencia, de destrucciones y de persecuciones. Se puede ver representada en esta imagen, la historia de todo un siglo”, decía el Card. Ratzinger.
María es la portadora de la voz de Dios que enjuicia la historia humana. Si los hombres no conciertan su civilización con el Proyecto de Dios, caminan hacia el sufrimiento y el fracaso. Y eso es el Infierno.
Dios ha hecho un llamado de fe a todas las Naciones. La Iglesia, más allá de sus límites humanos, es la presencia de Cristo en la historia de los pueblos y en éste último siglo XX. El cielo no prescinde de la historia humana; ni se queda callado. Dios como Creador y Padre universal, sigue clamando la fidelidad al llamado del Evangelio y no, la vuelta a formas paganas de vida. También, el proyecto liberal del hombre, de su economía y de la forma de su progreso son una quimera que camina al fracaso final. Si el maligno inspira la mala utilización de la ciencia y la técnica en el progreso, el hombre puede destruirse a sí mismo y a la Tierra que Dios le ofreció como su casa. Pero Dios no es pasivo ni indiferente. Es un Padre que advierte, corrige y busca salvar. Y María es, a la vez y en muchos casos, su portavoz y su gesto de dulzura y misericordia.
Padre Ricardo, MPD
–
5
NOTICIAS MARIANAS
1. Beatificación de Jacinta y Francisco:
Son dos de los tres videntes de Fátima. Francisco murió en 1919 y Jacinta en 1920. Estos dos pastorcitos son los beatos más jóvenes de la Iglesia; Jacinta tenía 11 años y Francisco, 9 años. Fueron beatificados el 13 de mayo del presente año, en Roma. El milagro reconocido por la Iglesia para la beatificación es la curación de María Emilia Santos el 20 de febrero de 1989 tras estar 22 años paralizada en una cama.
2. Consagración del tercer milenio a María:
En el contexto del entregó el nuevo siglo y milenio a la – Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera, rogándote que nos acompañes en nuestro camino. Somos hombres y mujeres de una época extraordinaria, tan apasionante como rica en contradicciones.
La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros.
Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir en las fuentes mismas de la vida: Puede usarlas para el bien, dentro del marco de la ley moral, o ceder al orgullo miope de una ciencia que no acepta límites, llegando incluso a pisotear el respeto debido a cada ser humano. Hoy, como nunca en el pasado, la humanidad está en una encrucijada. Y, una vez más, la salvación está sólo y enteramente, oh Virgen Santa, en tu Hijo Jesús. A ti, Aurora de la salvación, confiamos nuestro camino en el nuevo Milenio, para que bajo tu guía todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvador, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
3. Congreso mariológico- Mariano: Se realizó en Roma durante el mes de septiembre. Estuvieron presentes 36 países con 193 conferenciantes. Su tema fue María y la Santísima Trinidad. El Congreso se clausuró el domingo 24 de septiembre en la celebración jubilar para los que trabajan en los santuarios de todo el mundo.
–
6
MENSAJES
1. “Queridos hijos, no olviden que están sobre la tierra en camino hacia la eternidad, y que la morada de ustedes está en los cielos. Por eso, hijos, estén abiertos al amor de Dios y dejen el egoísmo y el pecado. Que la alegría de ustedes sea únicamente el descubrir a Dios en la oración cotidiana. Por eso: aprovechen este tiempo y oren, oren, oren: Dios está cerca de ustedes en la oración y a través de la oración. Gracias por haber respondido a mi llamada.” (Mediugorie, 25-VII-2000)
2. “Queridos hijos, deseo compartir con ustedes mi gozo. En mi Corazón Inmaculado siento que son muchos los que se han acercado a mí y llevan de manera especial en sus corazones la victoria de mi Corazón Inmaculado orando y convirtiéndose. Deseo agradecerles y estimularlos a trabajar más por Dios y su Reino con el amor y la fuerza del Espíritu Santo. Yo estoy con ustedes y los bendigo con mi bendición materna. Gracias por haber respondido a mi llamada.” (25-VIII-2000) 3. “Queridos hijos: Hoy deseo abrir mi corazón materno a ustedes e invitarlos a orar por mis intenciones. Deseo renovar con ustedes la oración e invitarlos al ayuno, el cual deseo ofrecer a mi Hijo Jesús por la llegada de un tiempo nuevo, un tiempo de primavera. En este año jubilar, muchos corazones se han abierto a mí y la Iglesia se renueva en el Espíritu. Me regocijo con ustedes y agradezco a Dios por este regalo, y a ustedes hijitos, los invito: oren, oren, oren, hasta que la oración se convierta en alegría para ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamada.” (25-X-2000)
–
7
LA REVELACIÓN PRIVADA
En el “Comentario Teológico” al tercer mensaje hecho por el Card. Ratzinger, se habla en primer lugar, del “lugar teológico” de las revelaciones privadas en la Iglesia. De allí, sintetizamos lo siguiente:
«La doctrina de la Iglesia distingue entre la “revelación pública” y las “revelaciones privadas”. Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia. El término “revelación pública” designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, que ha encontrado su expresión literaria en las dos partes de la Biblia: el Antiguo y el Nuevo Testamento.
«En Cristo Dios ha hecho todo, es decir, se ha manifestado así mismo y, por lo tanto, la revelación ha concluido con la realización del misterio de Cristo que ha encontrado su expresión en el Nuevo Testamento.
«El Catecismo de la Iglesia Católica dice a este respecto: “Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.” (nº66). “A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia… Su función no es la de… “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia”. (nº67)
«El teólogo flamenco E. Dhanis, eminente conocedor de esta materia, afirma sintéticamente que la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos: 1) el mensaje en cuestión no tiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres; 2) es lícito hacerlo público; 3) y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión. Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma.
«Podemos añadir que a menudo las revelaciones privadas provienen sobre todo de la piedad popular y se apoyan en ella , le dan nuevos impulsos y abren para ella nuevas formas.
Eso no excluye que tengan efectos incluso sobre la liturgia, como por ejemplo muestran las fiestas del Corpus Domini y del Sagrado Corazón de Jesús. «En las revelaciones privadas reconocidas por la Iglesia — y por tanto también en Fátima — se trata de esto: ayudarnos a comprender los signos de los tiempos y a encontrar la justa respuesta desde la fe ante ellos.»