19 de mayo de 2002
Centro Mariano “ARCA DE LA NUEVA ALIANZA” (M.P.D.)
“Y apareció en el cielo un gran signo:
una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce
estrellas en su cabeza.” (Ap. 12,1).
“Deseo que propaguen mis mensajes por todo el mundo.”
(Cuenca, mens.67)
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ANUNCIO: María de Pentecostés
Después de la Ascensión de Jesús, “los apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse… Todos, íntimamente unidos, estaban consagrados a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y de sus hermanos” (Hech. 1, 12-14).
Para la encarnación del Hijo de Dios, María había sido cubierta con la sombra del Espíritu Santo que la convirtió en “la madre de Jesús” (cf. Lc. 1, 26-38). El anuncio de Gabriel fue un encuentro personal de María con Dios. Ni José, su comprometido, se enteró directamente por ella (cf. Mt. 1, 18-23).
Ahora, cuando Jesús ha realizado la Pascua del Cordero de Dios y ha ascendido a la Gloria del Padre, María va a ser nuevamente cubierta por la sombra del Espíritu Santo.
Pero en esta ocasión, María no está sola. Está acompañada por la comunidad de Jesús: sus apóstoles y discípulos. El misterio de Pentecostés es un misterio comunitario: el nacimiento de la Iglesia que Jesús contempla y completa desde el cielo.
Así, la que había sido hecha la madre de la Palabra de Dios es convertida ahora, en madre del Pueblo de Dios. Madre de la Cabeza y madre del Cuerpo de Jesús (cf. Col. 1, 18). María de Pentecostés es la madre de la Iglesia y vela por ella desde la intercesión junto a su Hijo muy querido, en la gloria del cielo eterno.
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MARÍA EN LA IGLESIA
“¡Queridos hijos! Me regocijo con ustedes y en este tiempo de gracia los invito a una renovación espiritual. Oren, hijos, para que en ustedes habite en plenitud el Espíritu Santo, a fin de que puedan testimoniar con gozo a todos aquellos que están lejos de la fe. Hijos, oren en particular por los dones del Espíritu Santo, para que en el espíritu del amor cada día y en cada situación estén más cerca del hermano a fin de que con sabiduría y amor superen toda dificultad.
“Yo estoy con ustedes e intercedo por cada uno de ustedes ante Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!.”
(Medjugorje, 25-V-2000).
En el mensaje de abril, María nos reprendió que estuviéramos demasiado preocupados por las cosas materiales y poco por las espirituales; en este mes de mayo comienza diciendo: me alegro con ustedes y esta afirmación llena los corazones de nosotros sus hijos, de consolación, de gozo, de esperanza. Su mirada, tierna y alegre, nos abraza a todos, no por nuestros méritos sino por su amor de madre.
Este amor materno queda enseguida reafirmado cuando dice: en este tiempo de gracia los invito a una renovación espiritual. Con esta invitación vuelve a dirigirnos la llamada del mes pasado a las cosas espirituales; ella, que es realmente nuestra madre, sabe qué es lo que necesitamos y no se cansa de repetirlo. Cercana la fiesta de Pentecostés nos sugiere que oremos para que el Espíritu Santo habite plenamente en nosotros; de hecho, la vida de Dios en nosotros, la vida de Jesús en nosotros es obra del Espíritu y es posible únicamente si dejamos que el Espíritu nos invada plenamente.
María, la llena de gracia, es la única criatura humana capaz de ser completamente habitada por el Espíritu de Dios y en ella Dios asume la naturaleza humana, se hace carne. No se puede invocar al Espíritu sin dejarle espacio en nosotros; no es posible poner a Dios junto a nuestros ídolos, aunque se llamen ideales; nuestro Dios es un Dios celoso (Ex. 20, 5; Dt. 5, 9) que nos ama con su amor exclusivo, incompatible con otros amores.
¡El amor de Dios por el hombre se llama Jesús y Jesús no es sustituible por nada ni nadie del mundo! Por esto debemos preocuparnos por las cosas espirituales y no por las materiales, por esto debemos invocar la plenitud del Espíritu Santo en nosotros. Jesús, o está plenamente en nosotros o no está. Si está en nosotros, entonces podremos darlo a los demás, seremos capaces de testimoniar con gozo a todos los que están lejos de la fe y podremos hacer posible a los otros la experiencia gozosa del encuentro con Él. Si no está en nosotros, en cambio, podremos como máximo dar algo nuestro que, aunque pueda ser útil, resulta siempre inadecuado a la verdadera necesidad del hombre.
María también nos invita a pedir en la oración los dones del Espíritu Santo para estar cada día y en cada situación más cerca del hermano. No se trata de una simple invitación a la comprensión y a la solidaridad, sino de algo infinitamente más importante. Una vez más, se trata de ser dispensadores de los dones de Dios, vehículos de su amor; se trata de llevar al hermano la salvación querida y predispuesta para él por Dios, garantizada por el sacrificio de Cristo y facilitada por la intercesión de María; se trata además de testimoniar con la vida que es posible tener experiencia de Dios ya en este mundo, en la concreción de nuestra existencia terrena; en la sabiduría y en el amor, que son dones del Espíritu, será posible superar todas las dificultades, arrancar cualquier duda, acoger y gustar la paz que deriva de su presencia y vivir en su consolación las distintas vicisitudes de la vida. Tomemos en serio esta invitación de María, trabajemos en su escuela sin cansarnos.
El Papa, en Fátima, en la homilía de la santa misa de beatificación de los pastorcillos Francisco y Jacinta, el 13 de mayo de 2000, dirigiéndose a los numerosos niños presentes, les invitó a ofrecer oraciones y sacrificios por la conversión de los pecadores y a anotarse en la escuela de la Virgen, asegurando que “se avanza más en poco tiempo de sumisión a María que durante años enteros de iniciativas personales, apoyadas sólo en las propias fuerzas” (S. Luis M. Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a María, n. 155).
En Medjugorje, desde hace muchos años, María nos exhorta, nos invita, nos instruye con paciencia infinita; tomemos en serio sus mensajes, acojamos sus invitaciones y recordemos que este tiempo de gracia puede acabar. Por esto, acojamos la invitación de María a renovarnos en el Espíritu. Ella está con nosotros e intercede por cada uno de nosotros cerca de Dios. ¿Qué es lo que esperamos todavía?.
(Eco de Medjugorje n. 152)
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MANIFESTACIONES MARIANAS: KIBEHO RUANDA
Los hechos:
África no es ajena a las actuales apariciones de María en el mundo. “Sí, la Virgen María se ha aparecido en Kibeho el día 28 de noviembre de 1981 y en el curso de los seis meses siguientes”.
Con estas palabras, el obispo de Gikongoro, Agustín Misago hizo el reconocimiento oficial de la aparición de María en su diócesis durante una eucaristía concelebrada con todos los obispos de Ruanda y el nuncio apostólico.
El reconocimiento eclesial se refiere a la aparición a tres jóvenes del lugar independientemente de la manifestación a otras personas: Alfonsina Mumereke, Natalia Mukamazimpaka y María Clara Mukangango de 17, 20 y 21 años.
El suceso comenzó a ocurrir el 28 de noviembre de 1981, a las 12:35 hs. en el comedor de la escuela de Kibeho dirigida por una Congregación religiosa. Alfonsina oyó una voz que la llamaba: “Hija mía”. Se dirigió hacia el pasillo y vio a una mujer de gran belleza.
“Tenía un vestido blanco, sin costuras y en la cabeza, un velo también blanco. Tenía las manos juntas a la altura del pecho, con los dedos hacia el cielo”.
Alfonsina le preguntó: “¿Quién eres?”. Y la respuesta fue: “Soy la Madre del Verbo” (de la Palabra de Dios). Y añadió: “Vengo a tranquilizarte porque he escuchado tus oraciones. Querría que tus compañeras tuvieran fe porque no creen con fuerza suficiente”.
En enero de 1982, fue Natalia quien vio a la Virgen hasta el 3 de diciembre del año siguiente. El 2 de marzo del 82, María se hizo visible a María Clara. Eso causó gran estupor porque María Clara estaba en el grupo de las jóvenes más críticas e incrédulas a las apariciones. En su caso, las apariciones duraron seis meses. La última aparición a Alfonsina fue siete años justos después de la primera: el 28 de noviembre de 1989.
Ruanda está en el centro de África y Kibeho es una población de 50.000 habitantes situada al sur de ese país. Desde el comienzo de las apariciones se produjeron conversiones, reuniones de oración, peregrinaciones, curaciones y fenómenos fuera de lo normal.
El 19 de agosto de 1982 es un día muy especial, la Virgen se aparece a los jóvenes, uno por vez, y todos la ven muy triste y sumamente contrariada. Ella llora y los videntes lloran con Ella, tiemblan. Más de una vez se los ve caerse pesadamente. Las apariciones duraron, ininterrumpidamente, más de ocho horas. Ella les mostraba imágenes terroríficas del futuro: personas que se mataban entre ellas, terribles batallas, ríos de sangre, cadáveres abandonados, insepultos, un abismo abierto, un árbol todo de fuego, cuerpos decapitados. Ese día había 20.000 personas presentes. En la multitud quedó una fuerte impresión de miedo, de pánico, de tristeza.
En abril de 1994 se desata una terrible y cruenta matanza en Ruanda. En los años siguientes, se lee en los diarios: han sido exterminadas más de un millón de personas, cientos han sido quemadas vivas en Butare, ciudad cercana a Kibeho; más de dos millones (un tercio de la población) huyó hacia el Zaire y el cólera y la malaria hicieron estragos en los campos de refugiados . Las videntes murieron durante esa guerra civil
La difusión de las apariciones de la Virgen en Ruanda había sido autorizada ya en 1988 por parte del obispo anterior, Juan Bautista Gahamanyi mediante la dedicación del Santuario a “Nuestra Señora de los Dolores”.
Kibeho se ha convertido en meta de peregrinaciones y de encuentros de oración. Y ello ha contribuido al proceso de reconciliación del pueblo ruandés. Monseñor Misago afirma: “En primer lugar, querría que gracias a la ayuda de la Virgen María, Kibeho se convirtiera en «la ciudad de la reconciliación». Sin duda, se ha creado una devoción mariana local, y se hacen peregrinaciones a Kibeho. Por desgracia, la situación general de inestabilidad del país limita los desplazamientos de las personas, y por tanto también el flujo de los peregrinos se resiente”. En 1990, Juan Pablo II había visitado ese país africano. El Papa exhortó, entonces, a poner la confianza en María y a trascender las divisiones internas, políticas y étnicas.
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MARÍA EN EL MUNDO
1) El 5 de agosto de 1982, María le dice a Natalia: “Yo les hablo pero ustedes no comprenden. Los quiero poner de pie pero permanecen en tierra. Los llamo pero están sordos. ¿Cuándo harán lo que les pido? Permanecen indiferentes a todos mis reclamos. Pero ¿cuándo entenderán? ¿cuándo se interesarán de lo que quiero decirles? Les doy muchas señales pero siguen incrédulos. ¿Hasta cuándo seguirán sordos a mis llamadas?”.
2) A María Clara, le dice: “Cuando me hago ver por alguien para hablarle, lo que quiero es dirigirme a todo el mundo. Si ahora vengo a la parroquia de Kibeho, ello no significa que sólo venga para Kibeho o para la diócesis de Butare o quizás para Ruanda o tal vez para el África. Yo me dirijo a todo el mundo”.
En otra ocasión le dice a la misma vidente: “Les pido el arrepentimiento. Si recitaran esta corona (la de los siete dolores) meditando, entonces tendrían la fuerza para arrepentirse. Hoy muchos no saben más pedir perdón. Esos colocan nuevamente a mi Hijo en la Cruz. Por ello he querido venir a recordarles, sobre todo aquí en Ruanda, porque aquí hay aún personas humildes que no están aferradas al dinero y a las riquezas”.
3) En la última aparición a Alfonsina, María le dice:
Para los jóvenes: “Diles a ellos que no destruyan su futuro con una forma de vida equivocada, la cual puede ser un peso muy grande en su futuro. No pierdan el cielo por el mundo. Ellos tienen la fuerza para pelear una buena pelea. Dejen que los jóvenes que rezan con fervor lo sigan haciendo e ignoren a aquellos que dicen que están perdiendo su tiempo. Aquellos que rezan tendrán su recompensa. Oren, oren, oren… sigan el Evangelio de mi Hijo”.
A las familias: “En momentos de dificultades y grandes pruebas, recuerden a la Sagrada Familia de Nazaret, la cual tuvo una vida de dificultades en medio de gran pobreza. No olviden que Dios es más poderoso que toda la maldad del mundo”.
Para aquellos que están consagrados a Dios: “Sus vidas son muy importantes para Dios. Deberán permanecer fieles a sus votos. Los sacerdotes en particular, se deben ofrecer ellos mismos mientras ofrecen el santo sacrificio de la misa”.
Para aquellos que tienen autoridad: “Ellos están llamados a servir. Si ellos roban al pueblo, arruinan al servicio, al cual han sido llamados. Compartan, no asesinen, no persigan, respeten los derechos del hombre, porque si actúan en contra de los derechos del hombre, ellos no tendrán éxito y esto se regresará contra ellos mismos”.
A los intelectuales: “ellos han recibido el conocimiento para ayudar a otros a llegar a la verdad, la cual es Dios. Profesar el ateísmo insulta y ofende a Dios”.
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MENSAJES
* Alfonsina, el 6 de febrero de 1982 le dirige la siguiente oración a María:
“Madre llena de bondad escucha lo que te pido. No te pido la riqueza del mundo; no te pido placeres mundanos; te pido el amor para los hombres que habitan la tierra. Te pido la paz, la amabilidad, la bondad.
Disminuye los desórdenes que hay en nuestro país para que formemos una sola familia, la familia de Cristo Jesús y nos volvamos apóstoles que proclamen en todas partes la Palabra; que tengamos un solo corazón y que seamos un solo hombre.
Te ruego para que los jóvenes no sean más tibios, que conozcan a Dios y se aferren a Él.
Te ruego por todas las congregaciones religiosas. Protégelas para que las personas consagradas a Dios se acuerden del ideal que se han propuesto al inicio. Dales la fuerza de perseverar con valentía en sus vidas consagradas, recordando que la paz de la que gozan les viene de Dios…
Danos la fe, danos la esperanza, danos una vida decente y caritativa. Que no nos preocupemos de los bienes de la tierra sino que sepamos buscar los del Cielo… Quita de nuestros corazones los celos, la envidia, el odio y todo otro espíritu mundano… Madre de Misericordia, dadora de las gracias, Tú el camino que nos conduce al Cielo, te pedimos que protejas y veles por cada uno y que nos enseñes a hacer el bien y a abstenernos de hacer el mal… enséñanos a arrepentirnos y a no guardar el mal en nuestros corazones.
Virgen María, nuestra Madre y Mediadora, intercede por nosotros ante Dios, porque la vida cristiana se nos hace difícil, la fe disminuye, la esperanza se vuelve rara y no existe más el arrepentimiento”* Natalia revela haber sido conducida a visitar los lugares de la vida eterna. En el cielo, está el lugar del encuentro o de la comunión con Dios; y el lugar de la plenitud de la felicidad donde están los santos más amados por Dios. En el lugar de la purificación (purgatorio) están los pacientes que esperan; y en el lugar del castigo están los desesperados.
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LA REVELACIÓN PRIVADA
“Ante este misterio, además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la «teología vivida» de los Santos. Ellos nos ofrecen unas indicaciones preciosas que permiten acoger más fácilmente la intuición de la fe, y esto gracias a las luces particulares que algunos de ellos han recibido del Espíritu Santo, o incluso a través de le experiencia que los mismos han hecho de los terribles estados de prueba que la tradición mística describe como «noche oscura».
Muchas veces los Santos han vivido algo semejante a la experiencia de Jesús en la cruz en la paradójica confluencia de felicidad y dolor. En el Diálogo de la Divina Providencia Dios Padre muestra a Catalina de Siena cómo en las almas santas puede estar presente la alegría junto con el sufrimiento: «Y el alma está feliz y doliente: doliente por los pecados del prójimo, feliz por la unión y por el afecto de la caridad que ha recibido en sí misma. Ellos imitan al Cordero inmaculado, a mi Hijo Unigénito, el cual estando en la cruz estaba feliz y doliente». Del mismo modo Teresa de Lisieux vive su agonía en comunión con la de Jesús, verificando en sí misma precisamente la paradoja de Jesús feliz y angustiado: «Nuestro Señor en el huerto de los Olivos gozaba de todas las alegrías de la Trinidad, sin embargo su agonía no era menos cruel. Es un misterio, pero le aseguro que, de los que pruebo yo misma, comprendo algo». Es un testimonio muy claro. Por otra parte, la misma narración de los evangelistas da lugar a esta percepción eclesial de la conciencia de Cristo cuando recuerda que, aun en su profundo dolor, él muere implorando el perdón para sus verdugos (cf. Lc. 23, 34) y expresando al Padre su extremo abandono filial: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» (Lc. 23, 46).
(Juan Pablo II, Novo Millenio Ineunte N 27)
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NOTICIAS MARIANAS
1) Santuario de San Nicolás:
En este santuario mariano quedó terminada la cúpula de cobre de 60 metros de altura. El cobre fue traído de Chile y el trabajo artesanal de la cúpula lo realizó una familia chilena (el padre y dos hijos) especializada en ese trabajo.
La cruz mide tres metros y ochenta centímetros y se asienta sobre la última parte de la cúpula. La bendición la realizó el obispo del lugar, Mons. Maulión. Y con la presencia del anterior obispo, hoy en Corrientes, Mons. Castagna se entronizó en el santuario, la imagen de la Virgen de Itatí.
2) El “Lourdes de la India”:
Así se llama el Santuario de Vailankanni en el que, este año, se realizó la “Jornada mundial del enfermo”.
En el siglo XVI, la Virgen curó a un niño cojo y desde entonces, el templo comenzó a llamarse “Madre de la Salud” (Arokia Matha). La imagen está vestida con un sari hindú y es lugar de numerosas gracias y curaciones.
El Santuario es visitado anualmente por unos 20 millones de peregrinos provenientes de la India y el sudeste asiático. La mitad de ellos no son cristianos. La Asociación Católica de la Salud de la India cuenta con 2.000 hospitales al servicio de la población.
3) En un hospital de Moscú:
“Cuando tuvimos el permiso de ir a Rusia, el director de un hospital de Moscú nos admitió en su hospital. Cuando llegamos el doctor nos dio tres estancias, y comenzamos a trabajar limpiando los baños. ¡Este fue nuestro primer trabajo apostólico!… A la noche vino un sacerdote y en la pequeña capilla celebró la misa, nos dio a Jesús y lo guardó en un pequeño tabernáculo. El lugar parecía otro…
“Después de una semana el doctor vino a encontrarnos y nos dijo: «¿Qué sucede en el hospital?». Le respondí: «No sé, ¿qué ha pasado?» y me dijo: «Veo que las enfermeras y los doctores son mucho más gentiles y afectuosos con los pacientes, los cuales ya no se quejan del dolor. ¿Qué sucede? ¿qué hacen las religiosas?». Yo aguardé y dije: «Ahora Jesús está en esta casa, en esta capilla; Él está presente, Él vive, Él ama. Es Él quien nos trae esta alegría, esta paz y amor». Entonces el doctor sacudió la cabeza y dijo: «Gracias». Fue bellísimo sentir la presencia de Jesús en este hospital, después de 70 años de ateísmo.
“Actualmente estamos trabajando mucho en Moscú; están con nosotros cerca de 600 mutilados y discapacitados. Nos preguntaron por qué hemos venido a Rusia. Yo dije a los representantes del gobierno que he traído a las religiosas para dar amor y asistencia afectuosa a los pobres. Así es como nos aceptaron. Tenemos allí la pequeña capilla en medio de 600 personas, y se ve un cambio extraordinario: una paz, una alegría; también está el deseo de regresar a casa… Ya 30 personas han muerto de una manera bellísima por la presencia de Jesús mediante el sacerdote…”
(Eco de Medjugorje 79).
4) Un museo dedicado a María de Nazaret:
“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada» profetizó la Virgen María. Y es precisamente eso lo que ha ocurrido: porque Ella ha sido llamada Bienaventurada en todas las lenguas y por todas las generaciones. Sin embargo no hay ahora ningún lugar en la tierra que nos permita tomar conciencia de esta realidad. El proyecto de construir un Centro Mariano internacional (con la participación de todas las iglesias cristianas tradicionales de Tierra Santa) se ha concretado en Nazaret mismo, en el corazón de la ciudad, frente a la Basílica de la Anunciación. El proyecto «María de Nazaret» tiene por objeto realizar un museo en Nazaret, y un sitio en Internet asociado, accesible a todos los hombres de la tierra. La meta es realizar un centro internacional de irradiación mariana, proponiendo a los turistas, peregrinos y visitantes de Internet, descubrir a la Virgen María a través de los sucesos históricos, arqueológicos, culturales, artísticos y eclesiales. Para esto se ha creado la Asociación Amigos de Museo María de Nazaret, la cual depende actualmente de Notre Dame de Francia.
5) Canonización de Juan Diego: Expertos del Instituto Nacional de Arqueología e Historia de México con-firmaron la existencia del Beato mexicano Juan Diego, quien será canonizado por el Papa Juan Pablo II en julio próximo, durante su quinta visita a ese país. Después de entrevistar a por lo menos 1.000 de sus descendientes en Santa Clara de Cuautitlán, un suburbio pobre de la capital, y de revisar documentos históricos y analizar vestigios arqueológicos, llegaron a la conclusión de que el candidato a santo no es una simple leyenda, como sostuvieron algunos prelados. De acuerdo con algunas crónicas, a Juan Diego se le apareció la Virgen de Guadalupe, la más venerada de todo México, en diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac, al norte de la capital. Hoy se levanta ahí la basílica del mismo nombre, el máximo santuario católico nacional. La Virgen plasmó su imagen en su tilma, su manta, que se conserva en aquel santuario.
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TESTIMONIO
Los “hijos” de María se hacen apóstoles de su Hijo. Es el caso de esta conversión por un encuentro producido con Don Angelo, creador y difusor de “Eco de Mediugorie”, fallecido el 3 de marzo del año 2000.
El que presento es el pequeño testimonio de la gran conversión que cambió mi vida; yo no era creyente, de familia atea, casado por la iglesia sólo para complacer a mi mujer. Un día ella misma me pidió que acompañara a don Angelo a Mediugorie como simple oyente. Rechacé decididamente sus insistencias durante más de una semana; luego, sin saber muy bien por qué, decidí ir; me despedí de mis padres “ateos” que me aconsejaron no gastar el dinero inútilmente para traer a casa “vírgenes” o “rosarios”.
No conocía a don Angelo, nunca lo había visto. Salimos y tras un tranquilo viaje de 12 horas con una conversación cordial, llegamos a nuestro destino.
A la mañana siguiente lo acompañé a celebrar la misa en la comunidad de los chicos ex-drogadependientes de sor Elvira. Durante la celebración, fui el único que no se arrodilló entre aquellos 75 jóvenes… Me sentí tan incómodo que, por respeto a ellos, acabé arrodillándome; era la segunda vez en mi vida que realizaba aquel gesto. Dejé a don Angelo confesando y un seminarista me acompañó al lugar de las apariciones y allí, por casualidad, encontré una virgencita que enseguida compré para mi madre.
Por la tarde, mientras acompañaba a don Angelo por allí, me preguntó si quería confesarme. Me negué con rotundidad, porque para mí la confesión no tenía ningún sentido: con calma, don Angelo me explicó el sentido de este gran don y, por primera vez en mi vida, me confesé. Luego fui solo al monte Krizevac y allí tuve experiencias personales que me impresionaron mucho.
A la mañana siguiente siempre don Angelo me invitó a comulgar. Al recibir la Eucaristía sentí un gran calor en el corazón y sorprendentemente comencé a llorar descontroladamente. Sin embargo comencé a tener en mi interior reacciones negativas a todos estos hechos extraños que me estaban ocurriendo, por un lado no comprendía, por otro quería comprender a toda costa. Quien se encontraba conmigo, me repetía que mi presencia allí no era casual, sino que la Virgen me quería allí. La confusión en mi interior era cada vez mayor, entre otras cosas porque tenía que decidir si, de vuelta a casa, no iba a decir nada a nadie o iba a aceptar el cambio con las consecuencias que me traería. Después de una noche sin dormir decidí volver al monte y allí me entregué completamente a María; le prometí que si todo aquello que estaba sintiendo y que me estaba ocurriendo era verdadero, me convertiría en un testigo suyo para siempre.
Comencé el camino de conversión, sentía una presencia en mi interior que me daba una gran fuerza y coraje; pero en casa, hijos y padres lo rechazaban todo. Surgían dudas, perplejidades, las dificultades para ir a misa en mi región, porque me sentía juzgado y fuera de lugar. Tuve tentaciones fuertes, sobre todo cuando estaba en la iglesia; y más difícil aún era vencer el poderoso instinto de blasfemar.
Era el principio de una conversión, de un camino que, a pesar de las muchas y fuertes tentaciones, continúa en la alegría, en la serenidad y en la paz de quien ha encontrado al Señor; de quien quiere permanecer en Él porque sólo Él es el “deseo de mi vida”.
Luciano Begotti
(Eco de Mediugorie N° 156)