Editorial de la Palabra de Dios

(Bendición de la Casa de encuentro y oración San Juan Evangelista. 12/10/2014)

Reflexionando sobre mi profesión un 1 de julio, día del arquitecto, recordé una frase que dice así: “Para ser arquitecto hace falta tener un sueño, ideales y la energía física para mantenerlos. Realmente, hay que tomarse muy en serio los sueños”(Arquitecto Tadao Ando). Con estas palabras resonando en mi interior, comencé a contemplar y a rezar por la Casa de Encuentro y Oración San Juan Evangelista que se construye en Tristán Suárez (provincia de Buenos Aires).

Por un momento, me detuve a reflexionar sobre mi compromiso con este proyecto y descubrí cómo el Señor no solo cuenta conmigo, sino que quiere que sea parte real de esta casa, que a veces siento tan lejana y ajena. A principios de año, los encargados del servicio de la ofrenda de Comunión y Rescate nos informaron qué materiales se comprarían con los aportes de acuerdo con la zona de la que provinieran. Y yo, que tengo facilidad para imaginar, empecé a recorrer la localización de cada uno de ellos, esto es, la ubicación de lo aportado por cada zona del Movimiento dentro de la construcción.

Los aportes de la zona del Litoral, a la que pertenezco, permitirán la compra de las varillas de hierro. Estas quedan totalmente ocultas dentro de las columnas, vigas y losas. Junto con el hormigón, que proviene del aporte de la zona de Capital, formarán la estructura que sostendrá y dará firmeza al edificio, lo que hará que resista desde el cimiento hasta el techo.

La zona Oeste contribuirá con la chapa acanalada y las puertas placas, que constituirán el techo de la casa y del paso de una habitación a otra. De la zona Sur provendrán los  ladrillos y las bolsas de cal: con ellos se levantarán las paredes para cerrar el edificio, lo que lo protegerá de los agentes del exterior.

La compra de las baldosas para el piso y las ventanas de aluminio será el aporte de las zonas de Córdoba y de Cuyo. Las baldosas serán el sustento del piso por donde caminar, y las aberturas  permitirán la entrada del aire y la vista del exterior. Del resto de Buenos Aires y del sur del país llegará la arena. Aunque pequeñita, está presente en toda preparación: en el hormigón, en los revoques, en las mezclas para asentamiento de los pisos, etcétera. Los caños, por donde correrá el agua y llegará el gas, serán el aporte de la comunidad de Nazaret Femenino.

Finalmente, Nazaret Masculino hará lo suyo con los cables: estos llevarán la energía eléctrica desde la red proveniente de la estación transformadora, hasta todo tipo de artefacto y luminaria, lo que permitirá que funcionen e iluminen.

Con este recorrido imaginario por la casa, el Espíritu Santo fue mostrándome qué significa todo esto. Alma y fortaleza serán conjuntamente las varillas de hierro y el hormigón, conformando la estructura. Resguardo, sustento y protección serán el techo, las paredes y el piso, donde podremos realizar retiros, compartir la fe, la fraternidad, la oración y la celebración de la Eucaristía. Las ventanas permitirán el ingreso de la brisa fresca y nueva del Espíritu, y la contemplación de la creación en la naturaleza.

Testigo de todas las gracias y dones recibidos será la arena presente en cada lugar de la construcción. Y, por último, los caños y cables serán conductores del mismo Espíritu Santo. Así, en esta casa, a imagen de la Iglesia, cada material por sí mismo es importante, pero necesita del otro para poder funcionar. Como dice la Palabra: “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Rom 12, 4-5).

Volvió a  mi mente la frase que me llevó a reflexionar sobre todo esto y no pude menos que pensar en nuestro Pastor. Decididamente, el padre Ricardo es, entre otras cosas, “arquitecto” del Espíritu de Dios: tiene el sueño de la casa y, en momentos tan particulares del país (que solemos llamar de crisis), tiene el ideal de mantenerlo y la energía física para concretarlo. Realmente se tomó muy en serio este sueño. Realmente se tomó muy en serio lo que el Espíritu Santo puso y movió en su corazón. Y pido al mismo Espíritu que me enseñe a mí también a ser dócil arquitecto de sus proyectos.

Daniel Estéfano Rosario – Prov. de Santa Fe

Nota: Se puede ver la construcción de la casa en: www.flickr.com/photos/tristan_suarez