La Sagrada Escritura presenta a Dios como Creador y como Aquel que cuida de sus criaturas. Esto confirma la dignidad inviolable de la persona creada a imagen y semejanza de Dios y manifiesta su plan divino de preservar la armonía de la Creación.
Dignidad y derechos
El concepto de persona, nacido y madurado en el cristianismo, ayuda a perseguir un desarrollo plenamente humano. Persona significa siempre relación, no individualismo, afirma la inclusión y no la exclusión, la dignidad única e inviolable y no la explotación. Cada persona humana es un fin en sí misma, nunca un simple instrumento que se aprecia solo por su utilidad; ella ha sido creada para convivir en la familia, en la comunidad, en la sociedad, donde todos los miembros tienen la misma dignidad. De aquí derivan los derechos humanos, así como los deberes, que recuerdan la responsabilidad de acoger y ayudar a los pobres, a los enfermos, a los marginados, a cada uno de nuestros ”prójimos, cercanos o lejanos en el tiempo o en el espacio”.
El cuidado como cultura
Cuidar implica conocer, escuchar, acompañar, vigilar con premura, custodiar, estimular, guiar; todas acciones que enriquecen esta actitud fundamental, tan humana como hondamente cristiana. Se trata de promover una “cultura”, generar estilos y sistemas de vida, de acción y de sentido, de comportamiento, de comprensión integral –pues implica ideas y emociones-, que expresen un cierto modo de realizar la vida y la existencia humana. Esto es una forma de asumir, comprender y transformar la realidad. Es un paradigma…
Leer la nota completa comprando Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº238 – OCTUBRE 2022