Más de 2000 economistas y emprendedores menores de 35 años se reunirán con Francisco para pensar juntos una economía más sustentable.

Jóvenes de todo el mundo estarán presentes próximamente con el Papa en el encuentro “La Economía de Francisco”.1 El nombre de dicho encuentro ha sido puesto en homenaje al santo de Asís, ejemplo por excelencia del cuidado a los débiles y a la ecología integral. 

Los convocados son quienes trabajan por una economía basada en el desarrollo sostenible: aquella que incluye, humaniza y no “depreda” la creación. Será una gran reunión que permitirá gestar vínculos de comunión entre jóvenes con la misma vocación civilizadora, intercambiar experiencias e iniciar un camino juntos hacia una nueva concepción del desarrollo. Este encuentro formará parte de un proceso que los fortalecerá para combatir la “cultura del descarte”2 y para proponer nuevos estilos de vida más sostenibles e inclusivos. Buscarán, en definitiva, hacer un “pacto” para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana. 

El encuentro será del 26 al 28 de marzo* en la ciudad italiana de Asís. Contará con la presencia de expositores destacados del ámbito económico, tales como Amartya Sen, premio nobel de Economía e impulsor del concepto de “desarrollo humano integral”; Muhammad Yunus, premio nobel de la Paz, creador de las microfinanzas y del concepto de “empresa social”; Jeffrey Sachs, promotor del programa de la ONU de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros.

Dejar atrás los defectos del viejo modelo empresarial
Los modelos económicos que impulsan el desarrollo de nuestras sociedades y los propósitos de los empresarios son una preocupación para el Santo Padre. En 2016, el reunió a un grupo de directivos en la conferencia “Los líderes de negocio como agentes de inclusión económica y social” y les advirtió de tres riesgos que debe asumir todo empresario:  

  • El del uso del dinero: las empresas no deben existir para incrementar el capital económico; aunque sus ingresos sirvan para medir su funcionamiento, estas compañías existen para servir. 
  • El de la honestidad: una de las condiciones necesarias para el progreso social es la ausencia de corrupción. El que corrompe o se deja corromper comienza a adorar al “dios dinero”.
  • El de la fraternidad: las relaciones de justicia entre dirigentes y trabajadores deben ser respetadas y exigidas por todas las partes pero, al mismo tiempo, la empresa es una comunidad de trabajo en la que todos merecen un respeto y un aprecio fraternal por parte de los superiores, colegas y subordinados.

También Francisco se reunió con empresarios de Economía de Comunión del Movimiento de los Focolares, a quienes les pidió que cambien las “reglas del juego” del sistema económico-social para que no haya más descartados. Allí el Papa recordó que imitar al buen samaritano del Evangelio para ayudar a los pobres y a las víctimas del capitalismo salvaje no es suficiente, y advirtió que un empresario filántropo hace solo la mitad de su deber, porque cura a las víctimas de hoy, pero no reduce las de mañana. 

La misión social y medioambiental de la empresa 
Unos años antes de graduarme, me convencí de que las empresas, el comercio y la economía podían ser herramientas para el bienestar y la felicidad de las personas. 

En 2007, hice mi tesis sobre comercio justo: un sistema de comercialización internacional que intenta eliminar los intermediarios entre el consumidor final situado en países desarrollados y los pequeños productores de países en desarrollo (generalmente, organizados en cooperativas), a fin de que a estos últimos les llegue un precio justo por su trabajo. De esta forma, les es posible reinvertir en su producción y, a su vez, invertir en mejoras estructurales para las comunidades donde viven. Luego, comencé a investigar sobre el desarrollo sostenible y cómo los actores económicos podían generar riquezas sin descuidar a las personas y a los recursos que pertenecen a las generaciones futuras. 

Fue un tiempo de mucha oración, intercambio, diálogo y apertura a un mundo económico desconocido, con valores distintos a los que en la Universidad me habían enseñado. 

En 2010 di los primeros pasos de un desarrollo profesional prometedor: empecé a trabajar en logística de comercio exterior en una multinacional; sin embargo, no podía unir mi trabajo con la profunda vocación civilizadora que sentía. La parábola del administrador astuto resonaba a diario en mí: “El señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con lo demás que los hijos de la luz” (Lc 16, 8). ¿Cómo hacer que los administradores de este mundo incorporen valores humanos en su profesión? ¿De qué manera utilizar las herramientas económicas desarrolladas por el sistema capitalista moderno, pero con un fin que no sea la idolatría del dinero? ¿Qué aspectos de la “astucia de este mundo” debemos incorporar como cristianos y cuáles descartar? Todas estas preguntas y muchas más surgían en torno a esta cita del Evangelio. Por eso fue una sorpresa cuando me comunicaron que había sido seleccionada para participar del evento “La Economía de Francisco” junto con otros hermanos del Movimiento de la Palabra de Dios. 

Actualmente investigo los modelos de negocio de las empresas sociales, dedicadas a resolver problemas sociales y/o medioambientales, que sostienen su misión a través de un modelo de negocio basado en la comercialización de productos o servicios. La misión social o medioambiental es la guía de la lógica de negocios, pero ambas líneas son igualmente importantes. Estas no son organizaciones sin fines de lucro que venden productos para cubrir costos, ni empresas convencionales haciendo responsabilidad social: ponen a las personas y al medioambiente en el centro de su modelo de negocio, intentan cambiar las reglas de juego desde adentro y dar un mensaje a los actores de la economía injusta que genera miles de excluidos y altos niveles de contaminación.

En definitiva, son formas nuevas de hacer negocios de manera inclusiva y sustentable desde el inicio, no como efecto derrame o subproducto de la persecución de las ganancias. 

María Fernanda Figueroa
Doctoranda en Ciencias Económicas

*Por el coronavirus, el Vaticano pospuso para el 21 de noviembre la cumbre económica convocada para fin de marzo.

Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº222 (MAY-JUN 2020)