Esta frase corresponde a uno de los últimos tuits del Papa que nos alienta a vivir la “cultura del encuentro”. Sin duda, este es un desafío que abarca todas las latitudes del planeta en donde las diferencias de raza, religión, costumbres, etc. destacan lo que nos separa en vez de lo que nos une. Eso es lo que se expresa en la nota Corea, tierra de mártires.

Francisco también insiste en cortar las raíces venenosas de la corrupción del corazón humano y nos anima a construir Un mundo honesto. Él nos exhorta a amar “de verdad y con obras” (1 Jn 3, 18); por eso, surge la iniciativa de celebrar la I Jornada Mundial de los Pobres, en la que invita a tener gestos solidarios con los más necesitados.

Si adherimos a esta propuesta, como Pueblo de la Nueva Alianza podremos anunciar La insondable grandeza de Dios –que describe el P. Ricardo– y ser artífices en nuestra sociedad materialista de Una economía al servicio del hombre. Así, entre todos, lograremos cuidar y defender a nuestra Tierra amenazada.

En este último número del año, presentamos testimonios que nos revelan cómo obra Dios cuando se busca vivir en discernimiento, diálogo y oración cada aspecto de los proyectos familiares o personales. También acompañamos el camino hacia el Sínodo de obispos 2018 con la publicación Tiempo de decisiones.

Es nuestro anhelo que en este año litúrgico que se avecina “se manifieste (…) la realeza de Cristo [que] emerge con todo su significado más genuino en el Gólgota, cuando el Inocente clavado en la cruz, pobre, desnudo y privado de todo, encarna y revela la plenitud del amor de Dios”1 para que, como hermanos, podamos hacer realidad el deseo del Señor: “Que todos sean uno (Jn 17, 21). 

Laura di Palma

1.Extracto del mensaje de Francisco para la Jornada Mundial de los Pobres (junio 2017).