En el cierre del año 2022, con el Equipo de Centro recogíamos las gracias recibidas en el año y todo lo que veíamos sobre el anhelo que tenemos hace tiempo de iniciar un grupo de oración de Iniciación. Cada año se va conformando un grupo, pero la permanencia de los jóvenes se diluye.

Ante esta realidad, de poder conquistar un grupo de jóvenes que son prioridad para el carisma del Movimiento, nos abrimos a seguir buscando con creatividad en estos tiempos y preguntarle al Señor, qué quería para este año 2023. Se nos fue revelando a través de distintas situaciones, mostrándonos ideas nuevas sobre lo que ya se había intentado. 

Una de ellas surge a través de un servicio que con mi esposo Heriberto iniciamos en la pandemia, el “Servicio de Parejas Guías de la Arquidiócesis”, impartiendo el cursillo prematrimonial a los novios que desean contraer el Sacramento del Matrimonio.  En este servicio fuimos dándonos cuenta de la inquietud que tenían algunas parejas jóvenes por participar en un grupo de iglesia. Algunos ya tuvieron antes experiencias en sus parroquias u otro movimiento, pero dejaron, y otros que no tuvieron experiencia y estaban en esa búsqueda. 

Sumado a esto, también juntos con Heri, tenemos una oficina donde trabajamos en nuestras profesiones y hacemos Orientación Familiar de forma conjunta (Semina Vita), y en este febrero/marzo habíamos realizado unos talleres para parejas, sobre comunicación y fortalecimiento el vínculo. Entre las parejas que asistieron también había algunas con inquietud de participar de un grupo de la iglesia, para poder estar más cerca de Dios y vivir su ser familia desde la fe. 

Al mismo tiempo, el Espíritu Santo seguía obrando con expresiones en relación a la misma búsqueda, en matrimonios de amigos de los hermanos que están en la Obra. De alguna manera el testimonio y el compartir que fueron recibiendo esos amigos, de la vivencia de los hermanos en una comunidad de oración del Movimiento, llamó la atención y despertó el querer formar parte de un grupo (algo que no había para personas con ese rango de edad y realidad, puesto que siempre fuimos centrándonos en la búsqueda de jóvenes adolescentes).

El Señor fue tejiendo y uniendo todo desde el discernimiento y así surgió la idea de armar un grupo nuevo con esta realidad. El equipo de coordinadores de este servicio está conformado por dos matrimonios que participamos también de la Diaconía Familiar: Mario Soilan y Adriana Castro, Heriberto Benítez y yo, Leticia Monges. El grupo es abierto desde 23/25 años para delante. Hay hermanos participando de este grupo entre 27 y 43 años de edad.

Iniciaríamos después de la Pascua. Se empezó a realizar las invitaciones y entonces los hermanos también fueron invitados personas solteras o con otra realidad, que tenían sed de oración y un vínculo más hondo con Dios. Ante esto, nos abrimos nuevamente a buscar discernir y con los pastores generales y sentimos que el Señor nos habló en su Palabra de Santiago 5,13-20, confirmando lo que sentíamos de que Dios quiere obrar en cualquier condición o estado, lo único que necesita es el “sí” de cada uno para seguirlo y también el nuestro, para el servicio y que él obre en ellos y en nosotros, con todas las gracias de sanidad, conversión, luz, alegría y alabanza de sabernos amados y conducidos por su Espíritu Santo.

¡Así este un grupo abierto se hizo aún más abierto y llegaron los hermanos ese primer día de reunión tan esperada! Fue el 19 de mayo, y fuimos muy felices de recibir a hermanos de las distintas realidades: los nuevos matrimonios fruto del cursillo prematrimonial, hermanos que estuvieron en los talleres de Semina Vita, otros matrimonios invitados, novios, solteros, también hermanos que antes estuvieron en el movimiento, etc. En esa reunión recibimos muchas gracias realmente de apertura en el compartir sin conocerse, nos encontramos con corazones abiertos y sedientos de seguir a Dios, y en las siguientes reuniones a las que se fueron sumando más personas. Es impresionante cómo podemos recoger la frescura de la búsqueda sincera que tienen estos hermanos en sus expresiones en el compartir donde van trayendo su vida y lo que es esta nueva experiencia que nos hace hermanos.

Hasta ahora tuvimos tres reuniones, y en cada encuentro va siendo un regalo para nosotros como equipo el poder tener este privilegio de servir, es para nosotros de mucha gracia el haber sido llamados por el Señor; también dentro de lo que es nuestro anhelo de servir en la Obra, desde nuestra pequeñez, y con las posibilidades que tenemos como familia, porque ambos matrimonios tenemos niños aún pequeños con la propia característica de cada etapa. 

La realidad de la vida familiar tiene sus demandas cotidianas, escolares, de salud y el propio trabajo de cada uno; y así que dentro de esa diversidad de situaciones que viven los esposos y las familias, tener esta posibilidad de servir a la Obra es de muchísima alegría para nosotros como equipo. También ellos van expresando el disfrute de las reuniones y piden que sean más asiduas, dicen: “un mes ya es mucho para volver a encontrarnos”. Nosotros sentimos lo mismo, pero de igual forma esto es solo un inicio, para que vayamos buscando juntos como lo fuimos haciendo todo este tiempo las posibilidades de lo que nos vaya pidiendo el Señor y que derrame también la gracia.  

Otro fruto inesperado fue que algunos de estos matrimonios que están viniendo también son padres, les invitamos a traer a sus hijos al nuevo servicio para Niños de Evangelización (6-9) y Semillas (9-13), que inicio este año también aquí en Paraguay.  ¡Eso no estuvo pensado por nosotros, pero si por el Espíritu! Y por la gracia de Dios algunos ya pudieron participar en dos de los encuentros que también son mensuales, y sus hijos comparten ese espacio con los nuestros. Los padres nos van compartiendo que sus niños están muy contentos con la experiencia y que preguntan: “¿cuándo vamos a volver?” al igual que expresan los nuestros y el resto de los hijos de los hermanos, que se identifican como hermanos de comunidad, la fraternidad y mucha alegría por tener también ellos estos espacios de gracia y sentirse parte de la Obra. 

Podemos contemplar que la promesa de Dios se va cumpliendo en cada uno de estos servicios, de una forma que jamás nos hubiésemos imaginado. Solo en el corazón del Padre está el amor que acerca a todos y va tejiendo ese tejido del amor entre nosotros. ¡Gracias Padre que con tu Espíritu vas obrando en este pueblo cumpliendo tus promesas y acercándonos más a Jesús para llegar a Ti!

Leticia Monges
Asunción – Paraguay