A mediados del siglo XX, María apareció en la gruta de Tre Fontane en las afueras de Roma. Hoy la Editorial de la Palabra de Dios presenta una nueva colección María en el Mundo: Aquí un adelanto del primer título.
Bruno Cornacchiola (1913-2001) había nacido en uno de los barrios más pobres de la capital. Durante su estancia en España, se había hecho enemigo acérrimo de la Iglesia Católica, de la Virgen y del Papa, hasta el punto de querer darle muerte, como narra en su testimonio: “Comencé a incubar un gran rencor contra el Papa, que me había sido presentado como el autor de tantas infamias. Así, en Toledo compré un puñal para matar a la bestia del Apocalipsis cuando volviese a Roma, y grabé sobre el puño: ‘Muerte al Papa’ (A morte il Papa). También en la primera página de mi nueva Biblia escribí con mano orgullosa: ‘Este libro será la muerte de la religión católica, principalmente por la muerte del Santo Padre’”.
Sin embargo, el 12 de Abril de 1947, en un viaje con su familia, La Virgen se aparece a Bruno y a sus hijos. Bruno narra las palabras que Ella le dirigió: “Con una voz tan dulce que no tiene igual en este mundo, me dijo: ‘Soy la que está en la Trinidad divina. Soy la Virgen de la Revelación. Tú me has perseguido, ¡ya basta! Entra en el redil santo, corte celestial en la tierra. El juramento de un Dios es, y permanece, inmutable: los nueve viernes del Sagrado Corazón que hiciste antes de entrar en el camino de la mentira te han salvado, ¡obedece a la autoridad del Papa!’ Yo, como protestante traté de luchar en contra de ella con la Biblia. Pero el que no obedece a la Iglesia, a los dogmas, a las tradiciones, no obedece a la Biblia. La Virgen estaba tratando de decirme: ¿Me combates con la Revelación?, sin embargo yo estoy en la Revelación.”
Luego de comenzar un camino de conversión y regreso a la Iglesia Católica, Bruno tenía pendiente reparar la ofensa que había hecho a la Iglesia y expresar su arrepentimiento sobre el deseo de ejecutar al Papa. Su confesor le había dicho: “No digas nada a nadie, espera una oportunidad para cuando puedas entregarlo personalmente en las manos del Santo Padre”.
El 9 de diciembre de 1949, la providencia obró el milagro del encuentro esperado. Luego de una manifestación mariana, a la que había asistido Bruno junto con centenares de personas, el Santo Padre invitó a un grupo de trabajadores a rezar el Rosario en su capilla privada. Entre ellos, estaba Bruno, que relató vívidamente el encuentro:
“Llevaba conmigo el puñal y la Biblia que había interpretado erróneamente a mi capricho. (…) Quería entregar las dos cosas al Santo Padre (…) cuando él se acercó y dijo: ‘Uno de ustedes me quiere hablar’. Yo me arrodillé y dije: ‘Santidad, soy yo’. (…)
Luego de pedir perdón y entregar el puñal al Papa, éste le dijo a Bruno: ‘Querido hijo, con esto no habrías hecho otra cosa que dar un nuevo mártir y un nuevo Papa a la Iglesia, una victoria a Cristo, una victoria de amor’.
Ver el relato completo de la aparición mariana y la conversión del vidente en el libro: La Virgen de la Revelación, Editorial de la Palabra de Dios, Buenos Aires, 2014.
Publicado en Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 196 (MAR-ABR 2015)