Editorial de la Palabra de Dios

Ana y su equipo de trabajo apostaron a crear un espacio virtual orientado exclusivamente a personas con discapacidad.

Siempre me llamó la atención cómo en la Palabra aparecen tantas personas con discapacidad sanadas por Jesús y cómo Él nos enseña a acercarnos a ellas y a comprometernos con su dignidad. 

Soy comunicadora social, tengo 30 años y, desde hace ocho, trabajo de una u otra forma en proyectos relacionados a la inclusión de personas con discapacidad. Tengo la certeza de que es un llamado concreto del Señor que mi profesión se aboque al servicio de quienes más lo necesitan. 

Un día, mientras oraba, leí un pasaje de la Escritura: el Señor me regaló una cita de Eclesiastés en donde se refiere al momento oportuno y las obras de Dios (Ecle 3, 9-15). Me conmovió su invitación a entrar en la lógica de sus tiempos, que son tan incomprensibles para nosotros, y saber que lo que iba a venir “ya estaba siendo, había sido” y que “Él ya lo había visto”, como dice la Palabra. 

Después de orar, fui a una reunión en una empresa que había decidido dar una respuesta a la posibilidad de ayudarme a desarrollar un proyecto de inclusión. Fui con la idea de pedir su aporte económico; pero Dios tenía otros planes: la empresa me ofreció asistencia contable y jurídica para conformar una fundación. ¡Realmente fue una gran sorpresa la propuesta! Aparecieron miedos, incertidumbres y muchas preguntas, pero algo en mi interior ardía con un fuerte “sí”. 

Luego de discernir con mi esposo, oramos y pedimos signos concretos para decidir cómo avanzar y Dios no tardó en responder: puso personas en nuestro camino que, prontamente, adhirieron al proyecto de crear una fundación. 

Al comienzo éramos nueve, ocho de los cuales participamos del Movimiento de la Palabra de Dios. Todos jóvenes que, de algún modo, tenemos el llamado desde las distintas profesiones a comprometernos con el proyecto. Así, movidos por el Espíritu civilizador y con la certeza de que el Mundo Nuevo se construye en comunidad, nos lanzamos a crear la “Fundación Por Igual Más”.

Se trata de un espacio que promueve la expresión de personas con discapacidad. Esta red social les permite vincularse, informarse, asesorarse y conocer qué acciones se efectúan para tener una sociedad cada vez más inclusiva, ya sea a partir de sanción de leyes o de nuevas reformas institucionales. También, es un lugar de encuentro entre familias que fomenta el intercambio de experiencias y consultas en relación a los diferentes tipos de discapacidad. 

Puertas que se abrieron

Han pasado tres años desde aquel momento de gestación en donde redefinimos objetivos y nos volvimos testigos de la infinita providencia cuando uno se anima a ser dócil a lo que Dios muestra. Su paso fue claro:

  • Obtuvimos la personería jurídica en tan solo tres meses (algo prácticamente imposible para los tiempos burocráticos que se manejan).
  • Conseguimos una camiseta de la selección argentina autografiada por un jugador de fútbol reconocido. La sorteamos y, con la ganancia, pagamos la plataforma del sitio web que cotizaba en dólares.
  • El Club de “Amigos de Fierro” empezó a ofrecernos un aporte mensual económico, que es mínimo pero alcanza para pagar, con lo justo y necesario, los gastos fijos de la fundación.
  • Ya somos sesenta las personas, algunas con discapacidad, que trabajamos en red de forma voluntaria desde distintos puntos del país: Córdoba, Buenos Aires, Chaco, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. 
  • Obtuvimos un reconocimiento nacional e internacional cuando ganamos el 2º premio a las Buenas Prácticas a nivel nacional que otorga CONADIS y COFEDIS. 
  • Fui seleccionada como uno de los ocho Abanderados de la Argentina Solidaria, lo cual abrió varias puertas para dar a conocer lo que hacemos. Esto también habilitó una sorpresiva invitación que nos hicieron desde Presidencia y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación a los Abanderados. En esas reuniones, pudimos plantear las necesidades urgentes para ser resueltas, desde las políticas públicas en materia de inclusión hasta legislaciones que no se cumplen. Recibimos mucho aliento de parte del Presidente y de la Ministra para seguir trabajando cada uno en los proyectos que nos competen. 

También, se buscó concretar vínculos para que la articulación Estado-ONG permita llegar a quienes encuentran más vulnerados sus derechos. Asistir a ese encuentro me supuso trascender ideas y preconceptos. Le pedí al Señor que siga siendo Él quien conduzca el timón y que me ayude a no olvidarme nunca de eso. Él se hizo providente, ya que estaba con una gripe tremenda dos días antes de viajar, además de embarazada de cinco meses de nuestro segundo hijo, y el día del encuentro tuve la salud y la fuerza necesarias para viajar y disfrutar de cada momento. 

La fundación actualmente tiene dos propósitos: redefinir el lugar que la sociedad debe darle a las personas con discapacidad y acompañarlas en un proceso integral para que descubran sus capacidades y busquen alcanzar sus metas. 

“Por Igual Más” tiene diferentes áreas. Las principales son: Comunicación (producción de videos, spots y notas de prensa de concientización sobre inclusión y discapacidad), Educación y Cultura (brinda capacitaciones desde Nivel Inicial a Superior y a docentes), Legales (Asesoramiento legal gratuito) y Empleo (capacitaciones).

Entre el trabajo y la familia

Es muy importante reconocer que todo el proceso de llegar a ser fundación y que hayan trascurrido estos años tan positivos, han sido vividos también en medio de circunstancias difíciles que atravesaron la vida familiar. Por ejemplo, mi esposo tuvo una sorpresiva enfermedad en el riñón poco tiempo después de casarnos, lo que implicó que debía estar en reposo. Él es ingeniero en sistemas y, gracias a ese tiempo y a su decisión de disponerlo al servicio, programó el sitio web de la red social accesible. 

Otra circunstancia es que la fundación nació el mismo año que nuestro primer hijo, Felipe, y como mamá primeriza me fue de mucho costo tener el compromiso de llevar adelante la fundación sin descuidar al bebé. Me sentí, muchas veces, desbordada. También, la fundación me insumía tiempo… pero descubrí cómo diezmarlo y ofrendarlo. 

Los demás no comprendían por qué destinaba tantas horas “gratis” a algo para otros, por qué rechazaba ofertas laborales en lugares muy prestigiosos pero que no me permitirían destinar tiempo a “Por Igual Más”. Y, entre la maternidad y la fundación, fui descubriendo el gran misterio de amor que es la entrega verdadera por las misiones a las que Dios nos llama… Además, siempre que quería abandonar la fundación, había algún signo concreto de que debía continuar: mensajes del exterior en los que nos agradecían por lo que hacíamos, el aliento de los padres y las personas con discapacidad, oraciones con el regalo de citas del Evangelio y con invitaciones a aprender a trabajar en equipo, a delegar y a abandonarme en el Señor cuando las cosas no resultan como uno espera.

Trabajar en “Por Igual Más” es un desafío cotidiano: ser dócil a lo que el Señor propone, creer en la Palabra, animarse y animar a otros a comprometerse en este servicio desde nuestras profesiones sin recibir remuneración económica a cambio, preparar proyectos para articular con otras instituciones y buscar cómo financiarlos. 

Como testimonio de cómo vivir la vida integrando la fe y los valores del Evangelio, buscamos que algunos rasgos del carisma que tenemos empapen la mirada de la fundación. Por ejemplo, adoptamos el discernimiento: discernimos, mes a mes, las dificultades o desafíos a la luz de la Palabra. Por otro lado, diezmamos para el Mundo Nuevo las donaciones que la Fundación recibe mensualmente. Como la ofrenda de la viuda, es mínima, pero sabemos que el Señor la multiplicará. 

Con la certeza de que mi vida le pertenece toda a Él, me lanzo hacia adelante y le sigo diciendo que “sí” a cada uno de los proyectos que invita a transitar, porque tengo la convicción de que Él necesita corazones dóciles y talentos puestos al servicio y que, del resto, Él se ocupa.

Ana Argento Nasser
Centro Pastoral de Córdoba 
Prov. de Córdoba

Cristo Vive, Aleluia! Nº 209 (sep-oct 2017)