Mi nombre es Rocío Robles. Estoy casada con Cornelio Malquín desde hace 26 años. Tenemos tres hijas: Melany, Andrea y Haidy. Hace 15 años que pertenezco a la Obra.

Este carisma me significa vida, porque estoy con Dios y en Dios, en los hermanos, cada uno de ellos son el rostro de Dios. 

Cuando uno llega a los encuentros hay una sonrisa, un abrazo caluroso, un encuentro fraterno. Hay veces que he llegado triste, cansada, agobiada, enferma, pero ya cuando comenzamos la reunión con un canto para disponernos y la oración inicial, me va llegando la tranquilidad, la paz y todo lo que lleve cargado en mi interior desaparece. 

Pareciera algo mágico, pero es cierto. En el momento de compartir la Palabra, como es viva, lo transforma todo: el pensamiento, el sentir, el mirar (la mirada ya no es de uno, sino de Dios). Al compartir y poner en común la vida, es darse uno mismo en la transparencia del corazón; ya no es el qué dirán los demás, es un compartir lo profundo del corazón desde el Espíritu. 

También ser parte de este carisma es sentirse acompañado constantemente por toda la comunidad. Y especialmente por nuestros hermanos misioneros: Francoise  y Byron; ellos son de Quito, el viaje es de 3 horas y nos acompañan cada 15 días ¿Se imaginan su esfuerzo …? Por eso los llamo soldados de Dios.

La oración y la perseverancia mueve montañas. Hace 15 años me detectaron un cáncer y Francoise me decía: “Ya avisé al servicio de intercesión y a mis hermanos de comunidad para que oren”. Ella me acompañaba constantemente, atenta por mis visitas al médico, los exámenes, cómo estaban mis hijas y mi esposo.

Estas son enseñanzas eternas que dan paso a mirar al que tengo al lado y preguntarle cómo está, porque ellos son los que más sufren en estos casos.  

Mi cáncer fue detectado a tiempo: me operaron, me dieron radioterapia y braquiterapia y estoy bien, gracias a la oración y el estar ahí en comunidad. 

Agradezco al Padre Ricardo y a Mercedes que escucharon al Espíritu Santo y formaron familias de Dios en esta tierra ecuatoriana. 

Amo a la Comunidad del Movimiento de la Palabra de Dios. 

Soy Cornelio Malquín y cuando mi esposa Rocío se recuperaba de un cáncer, el carisma del Movimiento tocó la puerta de mi casa.  La fraternidad de Juan Carlos Gonzáles y Francoise Castañeda hicieron que comenzara a formar parte de los grupos de oración.

El carisma para mí significa sentirme hijo escogido y muy amado del Señor Jesús. Me ayuda a dialogar y entender La Palabra de Dios; me anima a orar por los demás, especialmente por personas que no conozco. El carisma me ayuda a mantener unida mi familia, en la actualidad caminamos juntos. Cuando todo era tinieblas, la gracia llegó como una luz en el camino.

Gracias a Dios y la oración de la comunidad estoy vivo. Fui intervenido quirúrgicamente de un tumor en mi cabeza. Por circunstancias de la vida quebré en mi negocio, tengo varios juicios en mi contra y muchas deudas por pagar, imposibles para mí. Con nuestra familia estamos tranquilos. Sabemos que el Señor Jesús está con nosotros. Por eso pongo mi fe y confianza en Él. Estoy seguro que el Señor Jesús, lo hace todo bien, aceptamos su santa voluntad. Confío que habrá un final feliz en el Señor y ustedes serán mis testigos.

Rocío y Cornelio