El sentir que varios hermanos experimentaban en los comienzos de la conformación de los grupos de oración del Movimiento, era el de hacer una consagración de la vida a Dios distinta a las conocidas, por ellos, en ese momento: mantener los rasgos de la vida laical en una comunidad convivencial y estar disponibles a la evangelización del mundo a través del trabajo. Este don del Espíritu encontró en el padre Ricardo la disposición para acogerlo y acompañarlo. En 1977 se fundó la primera comunidad de Nazaret Masculino en Buenos Aires, Argentina.