«Uno de los eventos deportivos más populares del mundo se vincula con la explotación de personas».
Si de esclavitud hablamos, hay 25 millones de razones por las cuales debemos preocuparnos; esa es la cantidad de esclavos que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que existe en el mercado laboral en la actualidad.
La esclavitud continúa presente en nuestro siglo. Se esconde en las profundidades de muchas redes delictivas, como también en los trabajos en condiciones deplorables que se ofrecen cuando los empleadores quieren sacar ventaja y reducir costos.
Es una realidad difícil de abordar ya que en muchos países, especialmente de Medio Oriente, hasta hace pocos años había un pacto de silencio sobre el tema. Formaba parte de la cultura y la mayor parte de la sociedad consideraba normales este tipo de tareas. Sin embargo, con los preparativos para la próxima Copa Mundial de Fútbol, una noticia hizo que se comenzara a hablar de la situación de los trabajadores en Qatar: en distintos diarios y portales de internet, se aseguró que más de mil personas en situación de trabajo esclavo han fallecido en la construcción de los fabulosos estadios deportivos.
La situación de los trabajadores
Si bien hace años que las organizaciones internacionales que luchan contra la esclavitud denuncian este flagelo social y proponen soluciones para erradicarla del mundo, la problemática específica de los fallecidos por su trabajo en los estadios de fútbol de Qatar volvió a resonar en los medios de comunicación gracias al evento Voy por la Paz realizado en Montevideo en abril de 2018. Allí, ganadores del premio Nobel de la Paz1 dedicaron un prolongado segmento para hablar de la situación de los obreros nepalíes en la construcción de los nuevos estadios y centros de convenciones para el Mundial que se llevará a cabo en el 2022.
Se trata de inmigrantes que son obligados a permanecer en el trabajo asignado y someterse a las condiciones infrahumanas que sus patrones les imponen. En el año 2014, Amnistía Internacional manifestó diversos abusos contra los derechos laborales en Qatar: las ofertas de empleo eran engañosas, los salarios se pagaban con retraso, los alojamientos que se les asignaban a los trabajadores estaban en mal estado y, además, se realizaba trabajo forzoso.
Los obreros no pueden abandonar su trabajo y marcharse. Durante el encuentro Voy por la Paz, el presidente de la Fundación para la Democracia Internacional, Guillermo Whpei, explicó que en Qatar es común que el empleador que contrata inmigrantes retenga sus pasaportes para impedir que regresen a su país o que cambien de trabajo sin su permiso. A esta práctica se la conoce como “la kafala” y es un sistema de contratación de mano de obra muy común en el continente asiático.
Además de no poder marcharse porque sus empleadores les retienen las visas, las condiciones laborales son deplorables: los obreros son obligados a trabajar entre 16 y 18 horas todos los días de la semana y no cuentan con ningún franco. Además, deben realizar sus tareas al aire libre y soportar temperaturas que alcanzan los 50 grados. “Como si esto fuera poco, las viviendas que les proporcionan sus empleadores son espacios reducidos en los que viven hacinados, sin contar con las mínimas condiciones higiénicas”, explicó Whpei.
Durante el encuentro Voy por la Paz, la iraní Shirin Ebadi –una de las ganadoras del Premio Nobel– sostuvo que la situación de estos obreros es el paradigma de la esclavitud moderna: “Hablamos de trabajo forzado cuando una persona debe aceptar cualquier condición laboral con tal de comer y alimentar a sus hijos”. También, habló de la importancia de que el mundo tome conciencia de cómo los países ricos de Medio Oriente promueven y legitiman esta práctica. Sin embargo, no todos los trabajadores se someten a estas condiciones por necesidad, sino que algunos técnicos especializados viajan de sus países de origen para formar parte de la construcción de los estadios deportivos. Ellos caen en la trampa y, también, se ven envueltos en el ciclo de situaciones de abuso, porque las condiciones de contrato son engañosas; de esto da testimonio uno de ellos: “Soy electricista, y acepté trabajar como tal. Pero, cuando llegué a Qatar, solo me dieron trabajo en mi área de formación durante los dos primeros meses. Después, me dijeron que tenía que trabajar instalando chapa metálica. Me pareció que no tenía alternativa. No me puedo ir de Qatar ni cambiar de empleo”.2
¡Manos a la obra!
Whpei detalló las acciones que está llevando adelante su fundación, en conjunto con los ganadores del Premio Nobel, para defender los derechos humanos de estos trabajadores.
Primero, elevaron un informe al Papa Francisco, quien pidió explicaciones a la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) sobre la situación en Qatar, los inmigrantes y su relación con el Mundial. Sin embargo, la FIFA se limitó a desentenderse del asunto al sostener que no está involucrada con las condiciones laborales de esos trabajadores.
Ante su respuesta, intercedió la OIT. Desde que comenzó la construcción de los estadios de fútbol, se recibieron cerca de 2.700.000 quejas de los empleados a las que el Ministro de Trabajo qatarí, Issa Saad al jafali al Nuaimi, tuvo que dar respuesta. Este año, en la región se instaló una oficina de proyectos perteneciente a la OIT que, por medio de un exhaustivo “programa de cooperación”, facilitará la tarea conjunta con el gobierno para mejorar las condiciones de empleo y las prácticas de contratación de los trabajadores migrantes. De esta forma, se espera erradicar el trabajo forzoso no solo en la construcción de los estadios deportivos, sino también de todo el país.
Lara G. Salinas
1- Participaron Rigoberta Menchú Tum, Adolfo Pérez Ezquivel, Shirin Ebadi y Lech Walesa.
2- Testimonio extraído del video de Amnistía Internacional México “Qatar 2022: explotación de trabajadores migrantes”, disponible en youtube.
Otra forma de esclavitud Además de la kafala, en Oriente hay otra situación de explotación laboral que se considera la más común de todas. Es la denominada “servidumbre por deudas” y afecta a quienes han pedido dinero prestado y que, al no poder devolverlo, se comprometen a servir al prestamista sin recibir retribución económica. En muchos casos, puede tomar varias generaciones completar el pago. ¿Por qué hay quienes acceden a resignar su libertad de esta manera? Los motivos van desde la compra de alimentos cotidianos al pago de dotes matrimoniales. Hace 40 años que Ranjhan trabaja junto con otros obreros en una fábrica de ladrillos de la ciudad de Hyderabad (Pakistán) sin percibir sueldo por ello. Todo comenzó cuando pidió plata prestada, lo necesario para alimentar y vestir a su familia, pero las altas tasas de interés de la deuda que contrajo lo obligaron a resignar su sueldo de por vida. En la actualidad, trabaja todos los días de la semana y tiene un arreglo con los patrones: si logra producir más de mil ladrillos, podrá cobrar cerca de dos euros, que irán íntegramente a manos de su prestador. Debe cumplir rigurosamente el contrato porque, si muere antes de terminar de devolver el dinero, sus hijos heredarán la deuda. Según estadísticas de la OIT, en la actualidad hay más de dos millones de personas que viven como esclavos modernos bajo el sistema esclavo de “servidumbre por deudas” en fábricas y cultivos agrícolas. Ellos están condenados de por vida a privaciones y a un trabajo extenuante. Los principales países donde esto ocurre son en India, China y Pakistán. |
Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº216 (MAR-ABR 2019)