Hace 50 años que el Movimiento de la Palabra de Dios busca Anunciar el Reino, enseñar el Camino y celebrar la Vida para encarnar el carisma que Dios le regaló.

Tenemos el privilegio de haber recibido del Espíritu Santo un carisma para enriquecer a la Iglesia y desarrollar una misión en el mundo. Todo carisma proviene de Dios y se encarna en la humanidad que lo recibe. No se encaja a la fuerza, tampoco se acomoda. Se encarna, del mismo modo en que Jesús, la Palabra de Dios, se encarnó en María para llevar adelante su misión.

Cuando decimos “encarnar” nos referimos a darle actualidad al carisma que recibimos en estos 50 años de desarrollo de la Obra; es descubrir el modo con el que esta gracia se integra hoy en nuestra vida entre nosotros. Nos urge el desafío de la encarnación del carisma en nuestra humanidad, en nuestra dimensión personal, comunitaria y de Obra.

Encarnar el carisma en nuestra vida, comunidades y centros pastorales, es encarnar la vida de la Palabra y de la Alianza, trayendo a este tiempo y lugar la gracia que el Espíritu derramó en la Obra, dándole una nueva actualidad.

“Anunciar el Evangelio desde la Alianza del amor fraterno constituyendo comunidades de salvación bajo el Señorío de Jesús”.

El carisma del Movimiento puede enunciarse del siguiente modo: “Anunciar el Evangelio desde la Alianza del amor fraterno constituyendo comunidades de salvación bajo el Señorío de Jesús”. Su finalidad es la evangelización de todos los hombres, respaldada por el testimonio comunitario del mandamiento del Señor: “Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Jn 15, 12).

Es un carisma íntegramente evangelizador, comunitario, pastoral y civilizador:
Es evangelizador, pues anuncia kerigmática y carismáticamente a Jesús como Salvador y Señor, y la vida eterna de su Evangelio.


Es comunitario, pues busca desarrollar la Alianza del amor fraterno en la comunidad y el amor universal de Dios por todos los hombres.


Es pastoral, porque los sacerdotes, consagrados y laicos trabajan en comunión con toda la Iglesia para formar y organizar comunidades a imagen de la Iglesia de los primeros cristianos.
Es civilizador, porque busca formar comunidades de salvación que gesten nuevos brotes civilizadores de un mundo nuevo y así servir a la sociedad en sus necesidades.

En este contexto sociocultural tan desafiante para un carisma evangelizador, el Señor desde su Palabra nos invita vivir auténticamente nuestra fe y a ser, para nosotros, para la Obra y para el mundo, Palabra viva encarnada en la cultura en que vivimos, fertilizando la tierra por la que caminamos para que sea posible la fecundidad de las semillas del Reino de nuestro tiempo.

P. Bruno Mammana, MPD
Sacerdote nazareno

Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia Nº252 – Abril – 2024