Desde hace más de cinco años, una fraternidad de médicos va tras las pistas del Espíritu Santo para llevar a cabo la construcción de una clínica.
El beato László Batthyány-Strattmann (1870-1931), de origen húngaro, conocido como “el médico de los pobres”, es la figura a quien se ha encomendado un proyecto que impulsa el Padre Ricardo junto a un grupo de médicos del Movimiento de la Palabra de Dios. Si bien se avanza con lentitud hacia esta meta, la providencia de Dios va colocando las postas necesarias en el camino.
Primera posta: el terreno
En el verano de 2017, el P. José María Aguirre le hizo un comentario a uno de los integrantes de la fraternidad de médicos acerca de un predio muy grande que administran los Padres de Sion de Schoenstatt, en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires.
Cuando algunos miembros de la fraternidad visitaron el lugar y les comentaron el proyecto a los sacerdotes, ellos expresaron que esperaban que el terreno fuera de utilidad para el barrio y ofrecieron donar una parcela. Antes de retirarse, los médicos hicieron una breve oración comunitaria y dejaron una estampita del beato László en un sitio en particular; para su sorpresa, esta quedó justamente en la parcela que se donaría.
Segunda posta: una figura legal
Para recibir el terreno en donación, era indispensable avanzar con los pasos legales necesarios. A partir de una conversación en un retiro de los grupos, los médicos se pusieron en contacto con una fraternidad de abogados del Movimiento. Con su asesoramiento, se conformó la “Fundación Alianza y Salud”, actualmente en trámite ante la Inspección General de Justicia (IGJ) y, en diciembre de 2020, se firmó el documento estatutario de la fundación. Dios se abrió paso en medio de la pandemia.
Tercera posta: los arquitectos
Providencialmente, en un encuentro con otros movimientos eclesiales organizado por el Centro Latinoamericano de Evangelización Social (CladEs), la fraternidad escuchó el testimonio de un arquitecto del Movimiento de los Focolares y, tras varias conversaciones que tuvieron lugar luego de ese evento, los médicos sintieron que se habían encontrado con un equipo que podría participar de la construcción de la clínica desde un carisma eclesial y civilizador. Juntos fueron delineando cómo será el establecimiento de salud. “No es solamente un proyecto de arquitectura –afirma uno de los médicos–. Es un proyecto para ‘tejer con otros’ como lo anuncia el P. Ricardo y el Papa Francisco: poner un ladrillo para construir la fraternidad social, un hecho que va más allá de levantar paredes; es entrelazarnos para dar a luz un tejido nuevo”.
Cuarta posta: el recurso económico
Hay muchos testimonios de la providencia económica, como el que se expresó a través de una joven de los grupos de oración que donó un dinero que le habían regalado luego de sentir esa moción en una oración personal. Asimismo, una persona de una comunidad de vida dio los ahorros que guardaba para su vejez y una pareja a punto de casarse ofreció una donación… Esta generosidad de Dios se expresa también en el acercamiento de otras personas que, sin ser del ámbito de la salud, se añaden al proyecto, como un profesional del área de comunicación que diseñó el logo de la fundación u otro que ofrece su asesoramiento en lo relativo a las donaciones. Se espera que estas se multipliquen una vez que la fundación obtenga próximamente su personería jurídica.
El Movimiento de la Palabra de Dios tiene un carisma evangelizador. El sueño del fundador, el Padre Ricardo, es que se desarrolle también a través de obras concretas llevadas adelante por comunidades. Es urgente que el mundo vea cómo se aman los discípulos de Jesús (Cf. Jn 13, 35) y anhele convertirse al Evangelio. La humanidad necesita obras concretas a través de las cuales unos hermanos llamen a otros a vivir el discipulado en comunidad.
Equipo de Redacción
Publicado en revista Cristo Vive ¡Aleluia! – Nº229 – Sep/oct 2021