Víctor falleció a los 57 años. Aquí recogimos un testimonio que escribió cuando recibió el llamado a buscar la santidad en la vida matrimonial.
El llamado tiene su historia y, ¿por qué no? su “prehistoria”, en nosotros. Han pasado casi 30 años desde que escribí en una hojita lo que imaginaba para mi vida de fe y de familia. Si bien era un texto, tenía la forma de un dibujo y, como era yo quien lo hacía, tenía mis particularidades, exigencias y estilos… era como un juego. Desde ese momento, junto a Alejandra, no dejamos de buscarlo.
La primera que debía estar de acuerdo era Ale y eso llevó algún tiempo, pero su docilidad y su misterioso acto de fe, que sí era de Dios (Él se encargaría de confirmarlo), nos puso en marcha. Lo escrito en esa hojita era básico: orar todos los días, compartir lo que teníamos con el que llamara a la puerta, buscar a otros que tuvieran la misma inquietud y ser austeros en nuestra casa. Nuestros hijos, Agustina y Nico, eran los invitados permanentes en esas aventuras. Camilo, Consuelo y Pedro se sumarían a su tiempo.
En esa búsqueda nos acompañó el Padre Carlos Heredia y, fiel a su estilo, nos dijo: “Mientras buscan, a dos cuadras de acá está el Movimiento de la Palabra de Dios. Conozco a esa gente, súmense en algún grupo”. Así lo hicimos por obediencia y por nuestra certeza de que Carlos era un hombre de Dios. Fue después de agosto de 1992. La comunidad tenía algunos de los rasgos que imaginábamos, pero como el dibujo de la hojita no aparecía tal cual, desde esa experiencia íbamos a muchos otros lugares para compartir, conocer y de ahí volvíamos a nuestra búsqueda.
Sentimos que entramos al árbol de la Obra por una rama (tal vez haya sido la experiencia de los pájaros a los que Dios les tiene preparado un lugar sin que ellos lo sepan) y después llegamos al tronco. Es decir, nuestra búsqueda primera tuvo y tiene la forma de la Rama de la los matrimonios dedicados* en el Movimiento de la Palabra de Dios, pero el alimento es el que sale del tronco y de la raíz, es decir, la vida comunitaria, el servicio, la oración y la Alianza.
En resumidas cuentas, la experiencia es que el dibujo en esa hoja de agenda fue nuestro comienzo, pero había que entregarlo y olvidarse de él para que Dios hiciera el suyo en nosotros. Lo que importa no es tanto si se entra por el tronco o por la rama, sino estar adentro. El sentir más hondo que nosotros queremos expresar es que después de tanto andar, nos hemos dejado encontrar por Aquel a quien siempre estuvimos buscando.
Para nosotros, el llamado a la dedicación de nuestro matrimonio es como estar parados sobre una de esas piedras grandes que hay en los ríos, desde la cual queremos vivir nuestra vida. Si bien muchas veces experimentamos la fuerza de la correntada, lo resbaladizo del musgo de las circunstancias diarias y de la pobreza de nuestra naturaleza, la roca se mantiene firme, apoyada en la invitación del Señor a vivir la santidad en el vínculo.
“Si las primicias son santas, también lo es toda la masa; si la raíz es santa, también lo son las ramas. Si algunas de las ramas fueron cortadas, y tú, que eres un olivo silvestre, fuiste injertado en lugar de ellas, haciéndote partícipe de la raíz y de la savia del olivo, no te enorgullezcas frente a las ramas. Y si lo haces, recuerda que no eres tú quien mantiene a la raíz, sino la raíz a ti” (Rom 11, 16-18).
Ale y Víctor Rossa
Centro Pastoral de Córdoba San José
Prov. de Córdoba
Publicado en Cristo Vive, ¡Aleluia! Dic 2020, nº 225.
N. de la R.: Este testimonio fue escrito el 11 de noviembre de 2018.