En Córdoba y Buenos Aires, el carisma de la Obra está presente en dos colegios: San José y San José de la Palabra de Dios respectivamente, que reciben alumnos de nivel inicial, primario y secundario. En ellos, la comunidad de trabajo y los alumnos intentan realizar sus tareas desde los valores del Evangelio.

Más allá de expandir los horizontes del saber, el principal objetivo del colegio San José de Córdoba es educar a los niños y jóvenes para que tomen conciencia de la dignidad humana y que reconozcan que cada uno es hijo de Dios. Esta misión es sostenida por toda la comunidad de trabajo, que está comprometida con la educación y la evangelización; es consciente de que “esta obra (la escuela) es del Señor y Él nos da la gracia para ocuparnos de su Reino”, afirma Patricia Tosello, la representante legal.

El Movimiento de la Palabra de Dios asumió la administración de la institución en 1984, treinta años después de su fundación realizada por la congregación de religiosas de San José. Desde entonces, el colegio busca transmitir el carisma de la Obra. Natalia Colson, Animadora Pastoral del nivel secundario, expresa así su compromiso con la misión del colegio: “Tengo tareas específicas debido a mi rol: anunciar el Evangelio, llevar adelante retiros, convivencias y celebraciones, charlar con los alumnos, entre otras cosas. Pero, si esas tareas no están atravesadas por el amor, es difícil que los demás puedan descubrir a Dios y reconocer ‘algo diferente’ en esta obra del Mundo Nuevo”. Los alumnos son testigos de lo transmitido y dan testimonio de eso: Magui Mattaliati, de primer año, considera que “el colegio me entrega, además del conocimiento, la amistad y la alegría, el tratarnos bien y el poder conversar con otros y con Jesús”. Pedro Rosa, de segundo año, agrega otros valores que se sostienen en la escuela, que son “la generosidad, el compartir, la paciencia y la solidaridad” y reconoce que las convivencias son espacios donde esos valores se fomentan porque en ellas, explica Lara Lucero (de quinto año), “tenemos mucho apoyo de la Pastoral para fortalecer los vínculos y llevarnos bien; también, recibimos la gracia de la Palabra de Dios para nuestras vidas y la fuerza de la oración”. 

Los profesores y no docentes también participan de espacios de reflexión y encuentro con Dios: desde hace dos años, todo el personal del colegio hace un retiro en Cuesta Blanca durante un día y medio para encontrarse con Dios y con los demás. Cuenta Nora Moresi, directora de Nivel Inicial y Primario, que estos espacios “fueron enriqueciendo el vínculo entre las personas y creando un ambiente de armonía, escucha y generosidad en el trabajo”.

Todas las actividades que ofrece el colegio están orientadas a contribuir a una educación integral y personalizada según el estilo de vida del Evangelio. Tomás González, de cuarto año, da testimonio sobre cómo el trato personal y cercano es cotidiano: “Recibo en el día a día el buen trato de los preceptores, que se interesan en cada uno de nosotros. También el de los profesores y directivos: no nos tratan como si fuéramos un alumno más, sino que nos consideran por lo que somos”. Virginia Vázquez, de tercer año, también siente que ellos la ayudan a solucionar sus problemas “desde un punto de vista distinto” y Virginia Petrelli, de sexto, agrega que “con pequeños gestos te demuestran que te tienen en cuenta”. En el año de su egreso, ella afirma: “Me voy con el corazón lleno. La verdad es que no quiero que llegue fin de año, me pone un poco triste… pero, al mismo tiempo, estoy feliz por haber formado parte de esto que fue y es realmente hermoso”.

Con 745 alumnos y 94 empleados, el colegio sigue aportando para la construcción de un mundo nuevo a través de la educación.

Publicado en Cristo Vive ¡Aleluia! Nº194 (SEP-OCT-2014)