Maribé relata la experiencia de compartir la riqueza del Evangelio con personas de países donde hablar del tema está prohibido.

Del 15 al 21 de abril de este año se realizó la Asamblea Internacional de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) en la ciudad de Mar del Plata, Argentina. Maribé Deffes, del Centro pastoral de Rosario estuvo presente como parte del Movimiento de la Palabra de Dios. Hubo más de 190 participantes provenientes de todo el mundo, que se reunieron en torno al lema: Proclamar la Palabra, fuente de Vida para un mundo frágil.


Fueron días de compartir, orar y conocer cómo la Palabra de Dios es la base de toda pastoral que se inserta como alimento de la Iglesia entera: de todas nuestras comunidades, parroquias, movimientos, diócesis y, desde allí, se anuncia al mundo.


Compartir con hermanos de otros países, con algunos entendiéndonos a través de la sonrisa y gestos, con otros practicando a medias las lenguas que hablábamos, pero todos viviendo en una fraternidad que solo el Espíritu de Dios podía generar. Pudimos conocer cómo, en lugares en donde se persigue la fe cristiana, se anuncia la Palabra aun en la clandestinidad.


Obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, laicos y laicas, todos por igual participamos de los encuentros y las oraciones en un camino sinodal.


Comenzábamos el día a las 7:00 h. con la Lectio Divina, organizados en pequeños grupos según el idioma. Durante la mañana teníamos tres conferencias con exponentes de alto nivel de distintas ciudades del mundo.


A la tarde, nos reuníamos por regiones y el último día asistimos a las elecciones de los nuevos miembros del Comité Ejecutivo a nivel internacional. Buscamos aquellas instituciones que pudieran representarnos mejor y quedó elegida la Conferencia Episcopal Argentina como miembro activo del Comité.


Cada Eucaristía estaba a cargo de una región o un continente diferente. Fueron de profunda bendición. Rezar el Padre Nuestro en latín -idioma oficial de la Iglesia- también fue una gracia porque, aun con aquellos que no podíamos hablar por la diferencia lingüística, pudimos orar juntos. Había hermanos de Filipinas, China, Mongolia, Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay; el poder divertirnos e incluso bailar en la cena cultural que tuvimos con trajes típicos de las distintas regiones del mundo. Todo fue un hermoso Pentecostés….

Leer Completo comprando la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 245 – JULIO 2023