Un acontecimiento con carácter profético: la manifestación mariana del siglo XX más conocida.
Durante los primeros días de septiembre se realizó en el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Portugal, el 24.º Congreso Internacional de Mariología para celebrar los 100 años de las apariciones de la Virgen María.
Allí, en la misa de clausura, el cardenal José Saraiva Martins, enviado del Papa, dijo que Fátima «es una verdadera escuela, ya que nos defiende de fábulas, nos enseña a enfrentar la realidad y el corazón de Dios con los ojos de la fe, en las diversas apariciones».
En el momento de la aparición, a principios de siglo pasado, la Virgen predijo las contradicciones de estos tiempos: anticipó el término de la Primera Guerra Mundial, previno de la acción marxista de Rusia en el mundo y profetizó la Segunda Guerra Mundial en el pontificado de Pío XI. Ella pidió también la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón como condición para la apertura de ese país a la fe. “No ofendan más al Señor, nuestro Dios, porque Él está demasiado ofendido”, dice María en sus apariciones entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.
María pide conversión, penitencia y rezo del rosario por los pecados del hombre, que aún permanecen como una sombra sobre el mundo.
Frente a la «pérdida del sentido de los valores y la desorientación de las conciencias, la Virgen nos muestra principios no negociables que construyen la correcta vida civil y cristiana: la vida, la familia, el matrimonio (la unión entre un hombre y una mujer), una caridad concreta y la dignidad personal «, declaró Martins, denunciando el «abandono silencioso de la fe», que está «tergiversando» el modelo cristiano europeo.
Señaló también que, en medio de este abandono, la Virgen propone una fe en Cristo crucificado y luego destacó el legado y el rol de los pastores que fueron testigos de la aparición: el de Francisco, “que oraba a Jesús escondido para satisfacer a Dios”, el de Jacinta, “que sufrió por los pecados y el deseo de la conversión de los pecadores” y el de Lucía, “que vivió cerca de un centenar de años pero siempre mantuvo los ojos de la niña que supo guardar el tesoro de gracia dejado por la Virgen”.
«Las manifestaciones de Fátima son revelaciones privadas de carácter profético», señaló el Pbro. Franco Manzi, profesor del Seminario Arquidiocesano “Pío XI” de Milán. Explicó también que las revelaciones no son reducibles a los mensajes dados por la Virgen y el Ángel sino que es posible “interpretar el contenido de las apariciones de Fátima como un triunfo contemporáneo de comunicación del Espíritu Santo gracias a la presencia de Nuestra Señora y del Ángel de la Paz, que se expresaron a través de los tres pastorcitos”.
Hacia el final del Congreso, el rector del Santuario, el Pbro. Carlos Cabecinhas, señaló que el mensaje de Fátima se centra en la sensibilidad y la atención a los demás y sus carencias, y esto volvió a poner en el centro «la necesidad de combatir la dictadura de la indiferencia» que el Papa Francisco recuerda constantemente.
Así, los temas trabajados en el Congreso y sus conclusiones renuevan la certeza de que el mensaje de la Virgen es actual y que su centro fundamental es la búsqueda de la paz, una urgencia en los tiempos actuales.
Laura di Palma
Fuente: Santuario de Fátima, web oficial; Hoja de María nro. 1 (inédita).
13 de mayo, aparición de María a los tres pastorcitos de Fátima. 1917
Se coloca la primera piedra de la Basílica de Fátima. 1928
María se aparece a Lucía y le pide la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón. 1929
El obispo de Leira aprueba el culto a Nuestra Señora de Fátima y declara dignas de crédito las apariciones. 1930
31 de octubre, Pío XII consagra el mundo al Inmaculado Corazón de María. 1942
13 de mayo, aniversario de la aparición de Fátima, Juan Pablo II es baleado por Alí Agca en la Plaza de San Pedro. 1981
13 de mayo, visita de Juan Pablo II a Fátima. 1982
Caída de la Cortina de Hierro y Perestroika. Desaparición de la URSS y apertura de Rusia a la libertad religiosa. 1991
13 de febrero, muere Sor Lucía a los 97 años. 2005
Publicado en Cristo Vive, ¡Aleluia! Nº 205 (nov-dic 2016)