Editorial de la Palabra de Dios

Necesitamos aprender el modo de caminar aliviados, de vivir intensamente sin agobiarnos, de entregarnos sin fragmentarnos.

¿De qué están habitados nuestros cansancios? Creo que nos desgasta el activismo y nos cansa no tener algo que de verdad se apodere de nuestro corazón. Nos desgasta la apatía o el andar tomados por el propio ego. Nos hace bien reconocer nuestros cansancios, nombrarlos y poder mirarlos desde el Evangelio, porque se presentan no como lugares donde quedarnos retenidos y apesadumbrados, sino como momentos oportunos para poder acceder a una dimensión más honda de la realidad.
Cuenta el Evangelio de Marcos que los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Por eso, cuando se dirigían a un lugar apartado para descansar un rato, tuvieron que volverse y multiplicar sus escasos panes (cf. Mc 6,31). El suyo es un cansancio lleno de rostros. Es una noticia muy buena escuchar que nuestros agobios pueden convertirse en el trampolín que nos lanza hacia una Presencia mayor. Si es un cansancio que nos curva sobre nosotros mismos, ensimismándonos, se volverá deshabitado; si nos lleva a volvernos hacia otro Rostro, hacia otros rostros, entonces podremos encontrar respiro y refugio. Cansados y plenos a la vez.

» La seducción del descanso que se puede comprar

En nuestro transcurrir cotidiano priman las ofertas que invitan a descansar y rehacerse. Y aunque no seamos sus consumidores, también en nuestro andar por casa, solemos decir que “nos descansa ver televisión por la noche”, pero lo que realmente hace es entretenemos, distraemos. ¿Será lo que nos da descanso? Para descansar de verdad necesitamos que cesen los ruidos, y ni siquiera somos conscientes de la necesidad de silencio que tenemos, de un silencio de afuera y de adentro, un silencio suave que nos restaure y nos pacifique, que nos ayude a reconocer nuestro vínculo con el Padre y con los demás, bendecir y alegrarnos. La invitación es a entrar en un descanso saludable…..

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