Santa Mamá Antula, la nueva madre espiritual argentina.
El 11 de febrero se llevó a cabo la canonización de la primera santa argentina, María Antonia de Paz y Figueroa, popularmente conocida como “Mamá Antula”.
Peregrina y misionera, nacida en la provincia de Santiago del Estero, dedicó su vida a la predicación, a la divulgación de la buena noticia de Jesús y llevó a todos la experiencia del encuentro con el Señor a través de los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola.
Mamá Antula estuvo un paso adelante de la vida y obra del Cura Brochero: ambos peregrinaron por las provincias de la Argentina, donde organizaron encuentros para enseñar cómo llevar adelante los ejercicios espirituales que realizaban los jesuitas. La tarea de estos santos inspira el camino de hermanos y hermanas e impulsa a la conversión y a la predicación de la Palabra de Dios en lo cotidiano, algo que la argentina practicaba con frecuencia.
María Antonia fue una mujer rebelde, que desafió algunos de los principios propios de su época. En la era colonial, las mujeres debían casarse o elegir los votos religiosos, no leían ni escribían, ni tampoco salían al mundo sin la compañía de un hombre. Ella decidió que no iba a ser esposa ni consagrada, pero iba a dedicar su vida a Dios.
En contra de la voluntad de su familia, a los 15 años se unió a la Compañía de Jesús y permaneció allí incluso, después de que la Compañía había sido prohibida. Los jesuitas tenían la tarea misionera de educar y civilizar a las personas pertenecientes a los pueblos originarios en la fe católica a través de los ejercicios, ayudarlos a encontrar el sentido de la propia vida, a hacerse responsables de sí mismos y ayudar a los demás. De esta forma, Mamá Antula los invitaba también a realizar trabajos de introspección, educación de la libertad y discernimiento personal.
Bajo el impulso de su experiencia del encuentro con Jesús y el Espíritu Santo, no pudo callar tantas cosas buenas que había visto y oído. Los obstáculos fueron grandes. Sin embargo, el actuar de Jesús en Mamá Antula fue mucho más fuerte que los permisos que al principio no se concretaban, las donaciones que no llegaban y las dificultades que aparecían. Ella emprendió su camino y recorrió a pie y descalza distintas provincias: Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja, Córdoba y Buenos Aires. En esta última, fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en 1795. Continuó su misión en Colonia y Montevideo, Uruguay…
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