Los últimos hablantes de arameo que viven en la Argentina luchan para que su lengua no desaparezca.
“Talitá, kum” (Niña, levántate), le dice en arameo el sacerdote iraquí, de rito siriano ortodoxo, Lorans “Jorge” Bahnam, de 32 años, a su pequeña hija Belén, de diez meses, cada vez que la despierta en su cuna, en la casa de la localidad de Frías, sudoeste de Santiago del Estero, Argentina.
La frase cotidiana en la vida de cualquier familia tiene la particularidad de ser exactamente la cita del Evangelio de Marcos 5,41, dicha por Jesucristo en el relato del milagro de la resurrección de la hija del jefe de una sinagoga.
Aunque existen varios dialectos, el idioma arameo -una lengua semítica, como el hebreo- tiene la particularidad de conservarse prácticamente sin modificaciones desde los tiempos bíblicos, por lo que algunos hablantes de pleno siglo XXI probablemente se comprenderían bastante bien en su lengua con Jesucristo. Pero la persecución contra los cristianos y la guerra, una amenaza más grave que el paso del tiempo, pone ahora en riesgo la supervivencia de este idioma de al menos 3000 años de antigüedad, que va perdiendo fuerza en las nuevas generaciones de la diáspora.
“El arameo era uno de los principales idiomas del antiguo Medio Oriente. Pero desde la Edad Media ha sido reemplazado en gran parte por el árabe y la cultura islámica. Sin embargo, sobrevivió hasta los tiempos modernos entre las comunidades cristianas”, afirmó Geoffrey Khan, lingüista especializado en idiomas semíticos de la Universidad de Cambridge.
“Pero, lamentablemente, muchos idiomas en el mundo están experimentando la misma suerte que el arameo y ahora están en peligro. Las estadísticas son aterradoras. Algunos estiman que hasta un 90% de los idiomas que se hablan actualmente se extinguirán para fines de este siglo. Esto es mucho mayor que las tasas de extinción de especies biológicas, actualmente el 7% de los mamíferos y el 3% de las aves en el peor de los casos”, señaló Khan.
Hoy día se estima que entre 500.000 y 900.000 personas hablan en el mundo alguno de los dialectos de la lengua de Jesucristo. Los lingüistas consideran que un conjunto de 100.000 hablantes es el mínimo para la supervivencia de un idioma, pero en el caso del arameo la dispersión favorece que las nuevas generaciones prefieran utilizar el árabe o las lenguas de su país de residencia.
Actualmente se habla arameo en Siria (Qamshli, Yabadin, Maalula), Irak (Bajdida, Bartle, Tel Escof, Ankawa y aldeas del norte), Turquía (Tur Abdin, Mardin, Mediat) y algunas aldeas en Irán.
Varios libros bíblicos fueron escritos originalmente en arameo, como Daniel y Esdras, en el Antiguo Testamento, y probablemente también el Evangelio de Mateo. Incluso en la versión en español, para dar más énfasis a algunas expresiones, el Nuevo Testamento conserva frases dichas por Jesús en su lengua, además de “Talita kum”. Por ejemplo, cuando tocó la lengua y la oreja de un sordomudo y dijo “Éfata” -ábrete- (Cf. Mc 7,34), cuando murió en la cruz y exclamó: “Eli, Eli, ¿lama sabactani?” -Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?- (Cf. Mt 27,46), o cuando María Magdalena lo reconoce resucitado y le dice “Raboní” -Maestro- (Cf. Jn 20,16). Otras frases en arameo son “Hosanna” -Oh, Señor, ¡sálvanos!- (Cf. Mc 11,9) y “Maranatá” -¡Señor, ven!- (Cf. 1Cor 16,22).
Una vida en paz
Los expertos creen que, así como en la actualidad hay países donde la gente común es bilingüe o políglota, como ocurre en Paraguay -con el español y el guaraní- o en España -donde se habla castellano y lenguas locales-, en el siglo primero el arameo era el idioma nativo en Galilea,…..
Leé la Nota completo en: Cristo Vive ¡Aleluia! Nº230 (NOV-DIC 2021)