Gracias a grandes avances científicos la expectativa de vida cada vez es mayor: ¿estámos en el siglo del envejecimiento?

Olga Beltramo, una cordobesa de 79 años, un miércoles al mes, organiza con sus nietos reuniones que se instalaron como un espacio de soporte y contención intergeneracional. Estos encuentros aportan sentido de trascendencia y desarrollo de la identidad de cada uno. La velada incluye cena, juegos y conversaciones sobre temas personales o proyectos. Los vínculos se van asentando en la autenticidad y la solidez de la riqueza que aporta cada uno. Los jóvenes se nutren con su experiencia y ella le da un nuevo sentido a esta etapa de su vida.
Este rol de “abuelidad”, para Olga, es considerado como uno de los más importantes de su vida, desarrollado tanto con sus nietos como con otros jóvenes cercanos.

Puente entre generaciones


La vida se narra a partir de vínculos que establecemos entre las personas. Muchas veces podemos pensar que lo central son las situaciones que vivimos, los logros y fracasos que tenemos. Sin embargo, la forma en que nos relacionamos con otros dice mucho sobre la calidad de vida de una persona. Antropológicamente, es muy común que los vínculos sólidos se establezcan entre pares, lo que puede derivar en un fenómeno de segregación etaria. No obstante, las relaciones intergeneracionales son el pilar de la existencia para desarrollar un estado vital y armónico a lo largo de todas las etapas de la vida humana.


En la actualidad conviven simultáneamente personas que responden a épocas muy distintas. La distancia cultural entre un joven y un anciano de hoy, es mayor, por ejemplo, a la que existía entre una persona del siglo XV y otra del siglo XVII. Esto trae el peligro de que la segmentación natural que se manifiesta entre generaciones, se exacerbe hasta el punto de experimentar que se pertenece a dos mundos distintos.


Aparece un alejamiento, una ruptura, y con ello, roles y estereotipos que crean y transmiten prejuicios entre unos y otros.


Aquí es donde la Palabra de Dios tiene algo valioso que decir y puede abrir horizontes de diálogo, afecto y unidad entre jóvenes y ancianos. El papa Francisco, en las catequesis que ofreció durante este año sobre la vejez, toma el libro de Rut donde se narra cómo Noemí, tras la muerte de sus hijos, se siente incapaz de aportar algo a las jóvenes nueras que han quedado viudas y, de forma altruista, las invita a volver a sus hogares para rehacer sus vidas con los suyos….

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