Las temperaturas a nivel global siguen en aumento.

El año pasado el Papa Francisco llamó a unir esfuerzos por disminuir los riesgos climáticos reduciendo las emisiones de gases y asistir y preparar a las personas para adaptarse a un progresivo empeoramiento de los cambios del clima. Hoy somos testigos de temperaturas récord no solo en el hemisferio norte, sino también en China y Antártida, en este caso, con el consecuente deshielo. El promedio del planeta a mediados de julio superó la marca de 17º/18º. Hasta el momento, nunca se había registrado más de 17º.


Estos datos exponen el síntoma de un problema mayor: la evidencia de la aceleración del cambio climático debido, en su mayor parte, a la generación de excesivos gases de efecto invernadero.


Más allá de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para mejorar el medio ambiente, ¿cómo nos podemos preparar espiritualmente para el empeoramiento progresivo de las condiciones del clima?


El Evangelio, un refugio seguro


Podemos practicar una lectura generosa de los pasajes bíblicos de alianza de Yahveh con su Pueblo, del Padre con sus hijos y dejar que el Señor restaure y libere la esperanza que brota de la Palabra. Allí nos encontraremos con el Dios de la Vida. Un Dios Padre-Madre que cuida, resguarda, perdona y acompaña.
En el libro del Génesis, el Creador preserva la vida del ser humano y de la Creación por medio del Arca de Noé. Allí leemos que Dios no se contenta con salvar tan solo a las personas, sino que, además, les pide específicamente que salven a toda la Creación. Todo aquello que al principio “vio Dios que era bueno”, ahora, pasado los siglos, lo sigue reconociendo como bueno y, por tanto, digno de rescatar y conservar. El proyecto originario de Dios es que la persona viva en armonía con toda la obra creada y como a Él nada se le escapa, tiene un plan de salvación que realiza y nos incluye. El pecado no tiene poder en su victoria. Nos encontraremos con el auxilio de la gracia en el momento oportuno.

“La era del calentamiento global terminó, ahora es el momento de la era de la ebullición global”
(a. Guterres, secretario general de la ONU, 27/07/23).


Necesitamos tener una mirada astuta que nos haga integrar nuestra fe a nuestras obras de amor por toda la Creación para vivir con alegría, esperanza y compromiso el tiempo presente. Como Pablo, pongamos toda nuestra confianza en el plan de salvación de nuestro buen Dios, que nos regala un nuevo nacimiento:


“En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto” (Rom 8,19-23).


Jennifer Pulido
Comunidad de Nazaret Femenino
Buenos Aires