UN REGALO DE DIOS

20 de julio: Día del amigo.

Con nuestros amigos nos desarrollamos, aprendemos, crecemos. La amistad nos nutre y nos ayuda a ser mejores personas. Tener amigos fomenta el sentido de pertenencia y aporta un gran estímulo emocional para desplegar lo más original de cada uno. Los vínculos de amistad aumentan la autoestima y la autoconfianza.


“La amistad es la realización más auténtica de la persona”, decía Santa Teresa de Jesús.

¿Cómo desarrollar vínculos sólidos? Una relación de amistad no es incondicional, se basa en la confianza, la lealtad, el respeto y el afecto que tiene que construirse de manera recíproca. Sin estos elementos es difícil pensar en vínculos auténticos y genuinos.

Los amigos nos sostienen y nos consuelan en los momentos más difíciles. Comparten nuestras alegrías y nos motivan a desplegar nuestro máximo potencial. A los amigos, los elegimos a conciencia. Con ellos nos alegra compartir el tiempo, las vacaciones, un mate, una cena. Un abrazo, una palabra de aliento, un mensaje, un “acá estoy”, un “te pensé y te escribí”, son el alimento diario.

Dios se manifiesta en nuestras amistades.

En momentos de desolación interior o al tomar una decisión, les pedimos oración y acompañamiento. Dios se manifiesta en nuestras amistades. Nos habla, nos guía y nos acompaña a través de estos vínculos.

En la parábola de los talentos (Cf. Mt 25,14-30), Dios nos confía sus dones para que los desarrollemos. La amistad es un don y nuestra tarea es cuidarla y enriquecerla en lo cotidiano. Cada día, tenemos la posibilidad de vivir más profundamente nuestras amistades, dar un paso más, salir al encuentro, dar calor, expresar, compartir. Ser los primeros, adelantarnos y no esperar que “el otro me hable”, “el otro proponga”, “que me pida perdón”. Nos toca accionar, salir de nuestra pobreza interior, no abandonar, mirar al otro, empatizar, escuchar con el corazón, no reaccionar. Recibir. Dejar que las rispideces y conflictos nos fortalezcan, que sea una oportunidad de amar más.


Podemos proponernos ser consuelo en las batallas del amigo, sostén y apoyo en sus debilidades y cimiento de su Vida interior.


 “No hay nada en esta tierra más valioso que ser agraciado con una amistad verdadera”. Santo Tomás de Aquino.

clr. María Eugenia Virgilio
Centro Pastoral San José
Buenos Aires

Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº235 – JUL 2022