Cuando nuestra mentalidad se configura con la del Maestro.
Recuerdo hace un tiempo atrás que mi fidelidad hacia la Palabra de Dios era selectiva. Había situaciones de mi vida, pensamientos, ideologías que apoyaba, que no eran alcanzadas por su luz. Hasta justificaba las contradicciones para maquillarlas un poco.
Pero esto me generaba malestar. Experimentaba un profundo anhelo de pertenecerle completamente al Señor y oraba con insistencia una petición: “Señor, yo quiero ser tuyo, quiero que tu Palabra cubra mi vida en su totalidad. Quiero que todo lo mío te pertenezca, que reines en mis pensamientos”.
“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu …” (Heb 4,12). Ciertamente lo es, soy testigo y doy fe de esto.
Un día pude ver todo con claridad. Me encontré cuestionando mis ideologías culturales y políticas. Me hice muchas preguntas: “a quién sigo y le soy fiel”, “a quién le pertenezco y quién es mi Señor”, “en qué criterios me apoyo”. En ese momento advertí que una venda cayó de mis ojos y se abrieron mis oídos. Descubrí que esto fue el fruto de un proceso interior que llevó un gran tiempo de oración, lucha interior, entrega, diálogos pastorales, confesiones y adoraciones eucarísticas.
Lloré por mi infidelidad, por mi negación, por el daño que causé a mi alrededor al defender ideologías humanas que me causaron división con Dios, conmigo mismo y con los demás. Lamenté tanta confusión, el engaño, el pecado.
Pero Dios, que es ternura y misericordia, me recibió con los brazos abiertos, sin cuestionarme nada, me puso un anillo en mi dedo, sandalias en mis pies y me convidó con el ternero engordado para celebrar juntos un paso más en mi proceso de conversión (Cf. Lc 15, 22-23).
“Señor, Tú lo sabes todo, sabes que te quiero…” (Jn 21,17). Gracias por llamarme, así como soy, a tu encuentro, por transformarme con tanto amor, dulzura y paciencia. Quiero ser tuyo Señor. Seguí moldeándome a tu manera. Amén.
Javier Calzada
Centro Pastoral Castelar
Prov. de Buenos Aires
Publicado en Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº232 – Abril 2022