La Iglesia se abre camino en la Amazonia. Se busca promover acciones para concientizar sobre el cuidado de la Tierra y de los pueblos originarios.

América Latina posee una de las mayores biodiversidades del planeta. Una de las regiones más ricas es la Amazonia, que ocupa un área de 7,01 millones de kilómetros cuadrados y corresponde al 5% de la superficie de la Tierra, contiene 20% de la disponibilidad mundial de agua dulce no congelada y abriga el 34% de las reservas mundiales de bosques y una gigantesca reserva de minerales. En esa región se encuentra cerca del 30% de todas las especies de la fauna y flora del mundo. Por otro lado, al finalizar la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, los obispos señalaron la constante devastación que realiza la humanidad sobre la naturaleza que estamos llamados a custodiar: “La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fueran una mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien disputado por las grandes potencias” (Aparecida, 84).

Tanto Benedicto XVI como Francisco han denunciado la devastación ambiental de la Amazonia y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos. En la encíclica Laudato si’, se resalta la importancia de este pulmón del planeta así como la cuenca fluvial del Congo en África, los grandes acuíferos y los glaciares, lugares importantes para el mundo y para el futuro de la humanidad. Los ecosistemas de las selvas tropicales tienen una biodiversidad con una enorme complejidad, casi imposible de reconocer integralmente, pero cuando esas selvas son quemadas o arrasadas para desarrollar cultivos, en pocos años se pierden innumerables especies cuando no se convierten en áridos desiertos.

Sin embargo, un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen propuestas de internacionalización de la Amazonia que solo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales.

Por eso el magisterio del Papa anima y celebra la tarea de organismos internacionales y de las organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales (Cf. Laudato si’, 38).

 UNA RED ECLESIAL 

La Iglesia Católica ha iniciado hace unos años la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que une a las distintas expresiones de la Iglesia en los nueve países que comparten los aproximadamente seis millones de kilómetros cuadrados que constituyen el bioma o sistema de vida amazónico, considerado el bosque tropical más extenso del mundo: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa, Perú, Surinam y Venezuela. Entre su población, se estima que 2.779.478 personas pertenecen a 390 pueblos indígenas que hablan 240 lenguas provenientes de 49 familias lingüísticas.

La REPAM fue constituida en el año 2014 por las conferencias episcopales con territorio amazónico e inspirada por el Documento de Aparecida de 2007. Esta red eclesial transnacional para la Amazonia refleja la toma de conciencia de que una acción eficaz que contrastase los desafíos que van más allá de las fronteras de un solo Estado, requiere la sinergia de las fuerzas vivas de todas las naciones interesadas y de la Iglesia Católica misma. Esta red es una herramienta para trabajar en ámbitos clave y diversos: la justicia, la legalidad, la promoción y la tutela de los derechos humanos, la cooperación entre la Iglesia y las instituciones públicas en varios niveles, la prevención y la gestión de conflictos, el estudio y la difusión de informaciones, el desarrollo económico inclusivo y equitativo, el uso responsable y solidario de los recursos naturales respetando la Creación, la defensa de las culturas y los modos de vida tradicionales de los diversos pueblos.

 UN PRIMER PASO 

El viento del Espíritu que sopla desde el sur llevó a Francisco a convocar un Sínodo para la Amazonia que se desarrollará en octubre de 2019 en Roma; en él participarán los obispos de los territorios amazónicos pertenecientes a Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y las Antillas (Surinam, Guayana, Guayana francesa). Además los encuentros contarán con otros invitados relevantes. En esa reunión se afrontarán muchos temas y problemas, entre los que se encuentra en primer lugar la evangelización de aquel territorio, especialmente de los pueblos indígenas y las comunidades locales. Otros temas serán la ecología y el cuidado de la Creación por la peculiar importancia que esta región asume para el planeta.

Aunque este es un Sínodo sobre la Amazonia, se celebrará en Roma para dar al evento un carácter universal, para señalar que es un tema que involucra a toda la Iglesia y para asegurar la presencia de Francisco, que presidirá personalmente todos los encuentros que se desarrollen.

 UN CARDENAL PARA EL AMAZONIA 

Una alegría para todos los miembros de la Iglesia que viven en la gran Panamazonia fue la noticia del nombramiento de Mons. Pedro Barreto Jimeno –Arzobispo de Huancayo y vicepresidente de REPAM– como cardenal. Este es un signo más de que la Amazonia es fuente de vida en el corazón de la Iglesia y de que Francisco confía en la posibilidad universal que ofrece. En el año 2014, el cardenal hablaba de la Amazonia como fuente y pulmón del mundo. Su enseñanza como pastor de la Iglesia ha sido una profecía de la ecología integral, aun antes de la publicación de la encíclica Laudato si’.

 EL CAMINO RECORRIDO 

La primera reunión preparatoria ya se ha realizado en enero de 2018. Como un signo profético se realizó en el Puerto Maldonado, vía de acceso a la selva. Allí los obispos expresaron las inquietudes de los pueblos originarios, cuyos desafíos hacen parte de las realidades pastorales que viven en la región y que incluye, entre otros flagelos, las consecuencias de las prácticas extractivistas y de deforestación indiscriminada.

Al respecto, el Papa en su discurso ante los pueblos indígenas, en el coliseo Madre de Dios, fue claro al señalar la necesidad de “romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes”.

 LOS MÁRTIRES DE LA REGIÓN 

La zona ya tiene muchos mártires, hombres y mujeres que han dado su vida en la defensa de la biodiversidad y de los derechos territoriales de los pueblos originarios. Estos misioneros son una fuente de inspiración para que nos convirtamos en sujetos que sepan asumir el mandato del cuidado de la Creación en vez de adoptar cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad frente a ella.

Como suele suceder en épocas de profundas crisis, que requieren decisiones valientes, tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es verdad. Si observamos nuestro entorno, más allá de la contaminación parece que las cosas no fueran tan graves y que el planeta podría persistir por mucho tiempo en las actuales condiciones. Este comportamiento evasivo nos sirve para seguir con nuestros estilos de vida de producción y de consumo. Es el modo como el ser humano se las arregla para alimentar todos los vicios autodestructivos: intentando no verlos, luchando para no reconocerlos, postergando las decisiones importantes, actuando como si nada ocurriera (Cf. Laudato si’ 59)

P. Juan Bautista Duhau, MPD Comunidad de Nazaret Masculino de Alta Córdoba