En una profunda crisis, Dios salió a su encuentro.
Hace mucho tiempo que estaba enojada con Dios por cosas que habían pasado, como una pérdida familiar o el bullying que sufrí de chica y de grande. Pensaba que Dios se había olvidado de mí y ya no quería seguir con mi sufrimiento. Fue en ese momento que tomé la decisión de quitarme la vida; pero había una voz que me decía que no lo haga, entonces en voz alta dije: “Señor, si de verdad me amas, llámame a tu encuentro”.
En el año 2016 una amiga me invitó a participar de los grupos de oración del Movimiento de la Palabra de Dios. Al llegar, me recibieron con abrazos que jamás me habían dado. Sentí el corazón con alegría y me di cuenta de que Dios me había preparado ese lugar. A medida que pasaban las reuniones, más quería quedarme allí.
Con el tiempo, me fui encontrando con su amor. Tomé la decisión de recibir la Comunión y la Confirmación. En ese momento, me sentí como el hijo prodigo que volvía a la casa del padre.
Dios hizo tanto en mi vida que me faltarían hojas para contar. Gracias a su amor, cambié mi vida. Ahora entiendo que Dios sí me escuchó y estaba esperando ese momento para que me encuentre con Él.
Gracias, Señor, por pensarme en una comunidad y por seguir siempre a mi lado.
Gracias por moldear mi vida como una vasija de barro.
Maria Fernanda Alaniz
Rama Mariana
Prov. de San Juan