Dar testimonio de la alegría, de las emociones, no sólo fortalece nuestro corazón, además, sin darnos cuenta, sana otros corazones.
Gracias a la realización del primer retiro de Pascua en Paraguay, hoy caminamos nuevos jóvenes en un grupo de oración; y gracias a nuestra Madre María pudimos viajar nueve hermanos para participar de la Jornada hecha en su nombre en Buenos Aires.
Aunque el viaje nos agotó, el encuentro con María nos devolvió la vida. ¡Qué grande es el amor de una Madre! Sí lo es, por que nos regaló a cada uno una familia, su entrega de amor, como si fuéramos viejos conocidos. ¡Qué felicidad! María solo quiere que compartas un momento, sólo un día, un minuto para llenarte de gracias, esto sentí en el anuncio de la mañana.
Madre María yo te doy gracias; gracias por tus renuncias, sacrificios, temores. Gracias a tu sí, Dios envió a su hijo entre nosotros. Cuesta decir un Sí, pero por cada Sí que damos, tantas bendiciones y amor recibimos.
En el momento de la oración comunitaria, durante la tarde, me sentí tan pequeña y cerca de ella. Ella sabía a qué venía cada uno de los jóvenes que estabamos allí, no importaba el color, ni la bandera, ni el centro, estabamos unidos por la oración. La paz y el amor me invadieron en ese momento, y sentí una brisa suave que me acarició. Esa experiencia fue tan linda y también el regalo que todos nosotros recibimos: no se imaginan la felicidad que sentimos después de la oración, las ganas de querernos eran inmensas…
Luego al finalizar la Eucaristía, los hermanos oraron por nosotros intercediendo por Paraguay, junto a María. Pedimos una Palabra al Señor y nos habló en el relato de las diez vírgenes y sus lámparas.
Creo que, como Madre de la Palabra, Madre que anima y alienta a sus hijos, María aquí nos aconsejó: nos hacía comprender que para caminar en la oscuridad del mundo, tenemos que estar prevenidos y llevar la lámpara de la luz de su Hijo Jesús. Nosotros somos como pastores que llevan una luz que nos alcanza nuestra Madre. Con esta luz debemos iluminar los “pequeños rebaños”, que son nuestras familias, nuestros amigos y hasta los desconocidos.
Ya de regreso, me sentí llena de vida…, compartimos testimonios de lo que habíamos vivido en esos días en Buenos Aires y gracias a la intervención de María hoy nos sentimos más cerca de ustedes.
¡Bendícenos Madre María y que se haga en nosotros, como en vos, la voluntad del Padre!
Marilyn Godoy
Iniciación 1
Asunción de Paraguay
Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 108 – JULIO 1998