Tiempo de Jubileo de la Obra, tiempo para mirar el camino recorrido y dar gloria a Dios por este presente, en la certeza de lo que no cambia, su Palabra y su amor por cada uno de sus hijos.

¡El Movimiento de La Palabra de Dios para mí es la casa que Dios me anunció que me daría! Es una promesa cumplida.

Soy Rosana Acosta y estoy en una Comunidad de vida en Mar del Plata. Estoy casada con Jesús María Sasso (Jesu) y tenemos dos hijas: Almendra y Mariel.

En noviembre de 1993 el Señor nos regaló la posibilidad de tener nuestra casa, fruto de la oración confiada de Almendra, una niña de tres años; un día ella afirmó: “gracias por nuestra casa”, a lo cual respondí, “te pedimos por nuestra casa”, y ella dijo, “no mamá, gracias por la casa por que ya está”. 

Cuando ese milagro se concretó, porque no teníamos posibilidades, en la oración el Señor me mostraba que también tenía preparada para nosotros “La casa espiritual”, una casa de hermanos para toda la familia. En ese momento nos encontrábamos con Jesu buscando un lugar en la Iglesia, un lugar con la vivencia de la oración comunitaria,  nuestro sostén en ese tiempo fue la Eucaristía.

Al año siguiente, Mariano, sobrino de Jesu, mientras cenaba con nosotros, nos contaba de su experiencia del encuentro con un Dios vivo. Al oírlo, mi corazón latía muy fuerte, lo que escuchaba era lo que yo había experimentado al conocer al Señor. En ese momento supe que debía ir a ese lugar, que ese era el lugar que me había anticipado El Señor .

Y salieron todas las preguntas: ¿dónde es?, ¿cuándo se reúnen? ¿cuándo puedo ir?

La respuesta fue, en la Semana Santa. Así fue como nos invitaron al retiro y en la Pascua de 1994, asistí. El Señor me esperó con hermanos y hermanas; me sentí en casa. 

Comencé a participar de las reuniones y Almendra iba al servicio de niños. A poco menos de un mes, nos mudamos a la nueva casa y ese sábado Almendra lloraba porque quería ir a la oración. Le explicamos la imposibilidad de asistir, pero ella insistía aún de ir sola. Llamamos a unos hermanos y vinieron a buscarla. Allí confirmé que este lugar era para toda mi familia.

Jesu, fue acercándose, pero en ese momento, trabajaba los sábados como para estar en las reuniones.

En agosto de 1995 nació Mariel y la bautizamos en la misa de cierre del retiro de nivel de ese año. Fue una fiesta comunitaria, la misma fiesta que habíamos vivido en el bautismo de Almendra. A partir de ese momento Jesu decidió que al año siguiente comenzaría a participar de la comunidad, y como regalo, pasamos de reunirnos los sábados, a los viernes, permitiéndole concurrir.

Y hemos llegado hasta el día de hoy. Hace 29 años que para toda nuestra familia, Pascua es Retiro de Pascua, la vida es comunitaria, es servicio, es creer en el poder de La Palabra, es saber que debemos caminar juntos, permanecer, estar, acompañar, sostenidos por la oración,  tener hermanos, ser familia grande y más familia con nuestra propia familia.