Consagradas y laicas cimentaron con valentía la historia de la región.
En general, los libros históricos están poblados por figuras masculinas. De algún modo, quedó en la sombra la participación y contribución real de las figuras femeninas en la construcción de los relatos, tantas de ellas que forjaron el devenir de la región.
Después de que Cristóbal Colón pisó las tierras del Nuevo Mundo, comenzó la búsqueda de conquista y conversión de los aborígenes. Bartolomé de Las Casas escribía: “Los mayores horrores comenzaron desde que se supo en América que la reina Isabel acababa de morir (…) porque su alteza no cesaba de encargar que se tratara a los indios con dulzura y se emplearan todos los medios para hacerlos felices”.
A partir de allí, en las sublevaciones aborígenes, muchas mujeres fueron líderes y combatientes. Las cacicas Tomasa Titut Condemayta y Gregoria Sisa se destacaron en la guerra emprendida por Tupac Amarú contra el imperio español, a quien también acompañó su esposa Micaela.
En ese tiempo ocurre la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, un “acontecimiento fundante” en la historia de los pueblos latinoamericanos, según el papa Francisco.
María, en quien Dios dignificó a las mujeres en dimensiones insospechadas, trajo la Palabra al Nuevo Mundo. La Virgen mestiza, pedagoga de la inculturación del Evangelio, rompe los muros de incomunicación e impulsa la unión entre hombres y pueblos.
Por las rosas que cayeron de la tilma de Juan Diego como señal del acontecimiento guadalupano, es muy significativo que la primera santa americana, sea Rosa de Lima, quien recibió ese nombre por su nodriza indígena.
En 1604 santa Mariana de Quito funda el primer Carmelo y en el 1900; también bajo esa espiritualidad, nacía en Chile santa Teresa de los Andes.
El mexicano Octavio Paz, nobel de literatura en 1990, reconoció a sor Juan Inés de la Cruz como “la primera feminista y gran poetisa en nuestra lengua y en nuestro continente”.
En América Latina, también hubo testimonios que anticiparon el feminismo moderno, como María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como mamá Antula. Ella, junto a otras mujeres, recorrieron la Argentina desde Santiago del Estero hasta Buenos Aires, organizando, promoviendo y animando un sinnúmero de “ejercicios espirituales”…….