En una jornada en torno a la fiesta de la Asunción de María, el padre Ricardo visitó a los más jóvenes y les dejó algunas notas de la identidad del carisma.

Me parece oportuno caracterizar un poco la gracia que reciben como Movimiento de la Palabra de Dios desde el carisma discipular, y especificar algunas características.


En principio, el amor
Lo que más busca la persona es el amor. A todo lo que más o menos puede resultarle placentero, le añade el anhelo del amor. Esto quiere decir que el amor es una necesidad universal, y la experiencia que nosotros tenemos como carisma desde los comienzos fue darnos cuenta de que valía la pena buscar vivir el amor como parte de la fraternidad.


¿Quén es la FRATERNIDAD?
Es un vínculo de amor por los demás, no solo por los más cercanos, sino por todos. El Movimiento es un lugar donde podemos experimentar algo de eso con algunos límites, porque no somos perfectos, pero tenemos la experiencia del amor, por la fraternidad, y esto hay que cuidarlo.


¿Quién es la Iglesia?
Otra cosa a tener en cuenta es que ser discípulo es una gracia de la Iglesia, y generalmente la sociedad pone de relieve sus defectos y sus pecados, no las virtudes. Juan Pablo II decía que la Iglesia tiene dos dimensiones: la dimensión institucional (territorial), que se caracteriza por estar dividida en diócesis y parroquias, que es donde se da la gracia sacramental; y la dimensión carismática, la de los carismas congregacionales, donde están los contemplativos, los monasterios, los religiosos y en donde están actualmente los Movimientos. Entonces, cuando nosotros queremos una Iglesia más hermosa, más evangélica, tenemos que vivir el amor al que estamos llamados. Y, ¿quién es la Iglesia? Cada uno de nosotros. Lo que queremos que sea la Iglesia tenemos que tratar de vivirlo. Así, si decimos que el Movimiento es un carisma discipular, nos toca vivir como discípulos del Señor. Jesús dice: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (cf. Mt 28,19). Los discípulos no viven de cualquier manera, sino según el Evangelio, pero el amor está más allá del cumplimiento.


Laicos en medio del mundo
El laicado es un don para la Iglesia y la sociedad. Desde el carisma del Movimiento el Señor nos llama a vivir un compromiso real y evangélico con Dios, con la Iglesia, con la sociedad, con la familia, etc. Es un laicado de la Iglesia porque está especialmente llamado a evangelizar, no solamente a colaborar.


Discernir y acompañarse
Por último, tengan en cuenta que estas características del discípulo no son queridas por el Príncipe de este mundo y los combatirá. En este momento hay una avalancha de oscuridad en la humanidad, y uno de sus objetivos es que la fe cristiana católica, no tenga lugar. No nos dejemos confundir. Vendrán oleadas de pensamientos, ideologías, de leyes anticristianas, y no será fácil vivir como cristiano… En este sentido, si alguno de ustedes tiene preguntas que a veces no se las pueden contestar con respecto a cómo vivir en medio de la cultura… o qué razones de fe tenemos para contestar los discursos que nos invitan a desistir de nuestras creencias, los animo a buscar discernimiento en el encuentro con sus referentes pastorales y a tener una actitud de oración vigilante.


Los invito, también, a buscar espacios de encuentro profundo con el Señor. Ya sea en la participación de los retiros de nivel, en las Convivencias del cursillo, como en otras oportunidades que les ofrece la Obra, para trabajar el vínculo con Dios, con los demás, con el mundo y consigo mismos.


Padre Ricardo

Publicado en la Revista Cristo Vive ¡Aleluia! Nº 246 – AGOSTO 2023