El aporte del genio femenino resulta indispensable en todos los estamentos de la Iglesia y la sociedad.

Francisco reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad “con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones” (Evangelii gaudium, nº 103). Destaca la contribución de muchas mujeres en las responsabilidades pastorales y en la reflexión teológica, más no duda en afirmar que es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina “más incisiva” tanto en la Iglesia como en el mundo laboral y las estructuras sociales.

Ministerio sacerdotal
El pontífice enfrenta el tema del sacerdocio reservado a los varones desde la convicción de que éste es una función de servicio interno al Pueblo de Dios, y no una cuestión de dignidad o santidad. “En la Iglesia las funciones ‘no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros’. De hecho, una mujer, María, es más importante que los obispos” (EG, nº 104) y que los apóstoles. Y, por eso, no duda en decir que la mujer en la Iglesia es más grande que los ministros ordenados. Para el Papa existe una dignidad eclesial y no solo eclesiástica de la mujer. De ahí que pida a teólogos y teólogas que ayuden a reflexionar sobre el “posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia” (Ib.). Y él mismo ha dado diversos pasos en este sentido.

Más allá del rol
La fuerza de lo femenino es crucial y, para ayudar a salvar a la humanidad, debe ser asumida por la feminidad de María. ¿Qué significa esto? Francisco insiste en que el “espacio” para las mujeres en la Iglesia no se asocia principalmente con posiciones o funciones. Es decir, que la participación eclesial institucional de las mujeres sea a la manera de las mujeres y no a la de los hombres. Que ellas puedan aportar actitudes, modos peculiares, rasgos diferentes.

“Una Iglesia sin mujeres es como un Colegio apostólico sin María. El papel de la mujer en la Iglesia no es solamente la maternidad, la mamá de la familia, sino que es más fuerte; es precisamente el ícono de la Virgen, de María, la que ayuda a crecer a la Iglesia”, afirma el Papa.

Francisco suele citar un ejemplo negativo de participación femenina que habría sucedido en Suiza. Una pastoralreferentis (laica con altos estudios teológicos y tareas litúrgicas) no dejó que un sacerdote celebrara los funerales de su propio padre porque aquella semana “le tocaban a ella” las celebraciones de exequias en la parroquia del papá de aquel sacerdote.

El valor de la mujer, por lo tanto, va mucho más allá de las funciones que eventualmente pueda asumir en la Iglesia. Su aporte está, en primer lugar, en el “cómo”, en las actitudes humanas y espirituales (e incluso místicas) que las mujeres pueden aportar a la Iglesia y a la sociedad. En este sentido, Francisco sigue a Juan Pablo II y afirma: “Creo que la importancia de la mujer en la Iglesia va por la dimensión de María…

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