Santa Isabel de Hungría
Lc 18,35-43 / “Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: ‘¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!’. Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’. Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: ‘¿Qué quieres que haga por ti?’. ‘Señor, que yo vea otra vez’. Y Jesús le dijo: ‘Recupera la vista, tu fe te ha salvado’. En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios”.
Lecturas del día: 1Mac 1,11-16.43-45.57-60.65-67
