SAN JOSÉ RECIBIÓ UNA GRACIA PARA ESCUCHAR Y DISCERNIR LOS MANDATOS DEL SEÑOR.

UN HOMBRE NUEVO

En José se perfi la el hombre nuevo, que mira con fe y valentía al futuro; no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo de la salvación.

UN HOMBRE DE JUSTICIA

“En José se dio la amabilidad y la figura del justo”, dice San Ambrosio. Fiel a la ley de Dios y disponible a cumplir su voluntad, José escucha la voz del ángel del Señor en sueños: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,20-21). Inmediatamente, abandona el pensamiento de repudiar en secreto a María y la toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios.
A pesar de haber experimentado turbación, José actúa como le ordenó el ángel, seguro de hacer lo que debe. Poniendo el nombre de Jesús a ese Niño que rige todo el universo, él se inserta en el grupo de los servidores humildes y fieles, parecido a los ángeles y a los profetas, parecido a los mártires y a los apóstoles, como cantan antiguos himnos orientales.

UN HOMBRE DE OBRAS

José es el “santo del silencio”. No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, de amor y de protección como padre responsable del bienestar de su esposa y de su hijo. Durante treinta años, la santidad de José se alimentaba y crecía en el trato con Jesús y María.
Se cree que José murió poco antes de que Jesús comenzara su vida pública. En todo el tiempo anterior fue quien cargó en brazos a su hijo, le enseñó su oficio y convivió con Él. Durante ese tiempo, José fue el mejor amigo de Jesús, el compañero de trabajo con quien conversaba y oraba.
José escuchaba las palabras de su hijo, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios.


Fuentes: “San José, nuestro Padre espiritual” por Millie Subirá en María, mensajera de la paz, marzo 1996.
Benedicto XVI, Ángelus 19 de diciembre de 2010. Material elaborado por Mariana Chiesa.

Publicado en Cristo Vive, Aleluia! Nº 227 (may-jun 2021)