“Mientras comían, Jesús tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo». Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios»” Mc. 14, 22-25.
Este año, el primer fin de semana de junio celebramos como Iglesia la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Una gran fiesta del Pueblo de Dios en torno al don de la Eucaristía. Con este motivo se realizaron celebraciones y procesiones para dar testimonio de la Presencia Viva de Jesús en la Eucaristía. La fiesta de Corpus Christi se remonta a la Edad Media en la que una religiosa, Santa Juliana de Cornillon (1193-1258), animaba a celebrar la memoria del gesto de Jesús en la Última Cena. En ese entonces, la celebración fue acompañada del signo milagroso de la hostia consagrada que comenzó a sangrar ante las dudas de fe del sacerdote que celebraba la Eucaristía en la ciudad de Bolsena, Italia. Este hecho llevó al Papa Urbano IV a instituir esta festividad en 1264. Desde ese momento, todos los años se conmemora esta gracia que se caracteriza por un hecho sumamente significativo, congregar a todos los miembros de la Iglesia como un solo “cuerpo” y reconocer la presencia viva de Jesús en la historia. Los hermanos y hermanas de los grupos de oración del Movimiento de la Palabra de Dios se hicieron presente en las distintas diócesis a las que pertenecen. ¡El Señor nos siga congregando como Iglesia tesimonial!
Agradecemos a los hermanos de las distintas zonas que nos enviaron las imágenes: N. Musarra y G. Vivona, K. Rullo, L. Cuevas y A. Ferreira.