Editorial de la Palabra de Dios

Llegada a Rosario, abril de 2009 (Meri en el centro, de remera verde).

Luego de atravesar varios días de internación, a causa de la Covid-19, nuestra hermana Meri Ortiz hizo su Pascua eterna y definitiva hacia la casa del Padre el 11 de mayo. Meri, en sus vitales 56 años, era la servidora de la comunidad de laicas consagradas de Nazaret Femenino en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, en donde residía en la actualidad. Como miembro consagrado del Movimiento de la Palabra de Dios, siempre estuvo disponible al servicio pastoral que se le propuso. En la adolescencia ingresó a los grupos de oración en el Centro Pastoral Janer del barrio de Flores en Buenos Aires y a los pocos años fue parte de la misión que fundó el actual Centro Pastoral San José en Villa Crespo. Más tarde, con su ingreso a la vida consagrada, fue parte de la fundación de la comunidad de Nazaret en Wilde, Buenos Aires. Allí formó parte del equipo general del Centro de Avellaneda Catedral. Luego, se mudó a la comunidad de Nazaret de Rosario en la Provincia de Santa Fe y en los últimos años, sirvió como auxiliar pastoral de la Zona del Litoral Argentino. Monseñor Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná, el 12 de mayo presidió la eucaristía de despedida en el cementerio del lugar. Concelebraron cuatro sacerdotes y estuvieron presentes hermanas de su comunidad, familiares, personas pertenecientes a los grupos de oración, compañeros de trabajo y otros que se acercaron para dar su último adiós. Todos ellos expresaron el amor que tenían por Meri. Oramos especialmente por sus familiares y nos confiamos al abrazo eterno de la gloria del Padre junto a las hermanas y hermanos de la Obra que ya partieron.

En la misa de despedida transmitida de modo virtual, sus hermanas de Nazaret femenino expresaron lo siguiente:

«Meri, hoy te despedimos con inmensa tristeza por la partida de tu presencia alegre y siempre tierna entre nosotros. A todo respondías: ‘hermoso’. Ahora, ya estás en la hermosura de la comunidad del cielo y frente al Hermoso que te sedujo para que le consagres a Él toda tu vida. Pensar en ese encuentro nos da paz y consuela.

Te vimos entregada hasta el final de tus días y confiada en la Providencia. Fuiste una atenta pastora siempre disponible a la escucha. Varios Centros pastorales del Movimiento fueron bendecidos por el don del anuncio de la Palabra que tanto amaste y defendiste.  

Nos hacemos eco de algo que recogimos en las redes sociales: ‘nazarena consagrada, tu dulzura y madurez ha cobijado a centenares de personas que buscaban en vos la sabiduría de Dios. Tu amor firme fue columna de todos los lugares que como misionera te enviaban. No hay persona que no recuerde tu sonrisa que era puerta a tu corazón. Pastora de comunidades con mirada profética siempre avizoraste los caminos que Dios abría y los transitaste con serena confianza en la Providencia del Dios, que te ama. Tu nombre Meri muestra con tu vida el rostro de María.’

Damos gracias a Dios Padre que nos permitió compartir este trecho de la vida terrena con vos. Ahora, te sabemos caminando junto a nosotros desde la comunidad de santos del cielo que interceden por nosotros.»